I.

Esa luz que produces genera demasiada sombra sobre mí. ¿Qué hago con ese vacío que siento en el pecho? ¿Será que esta demasiado lleno? ¿Será que te has convertido en ese hueco? Y sin embargo sigues siendo el alfarero de mis sueños. Aún te balanceas en el eterno gemir de mis ojos oliva; aún te siento encarnada a mis labios. Vives en los susurros de mi inconsciente, sólo en aquellos capaces de taladrar o sublimar mi alma. Y sé que no debo sentir lo que hoy ha renacido en mí; ese espíritu que se flagela con tu recuerdo, el que te crea y me destruye, el que nace por amor y que muere por tu boca. No sé si lo sabes, pero aún siento aire, agua, fuego y tierra por ti.

II.

Si tan sólo engullera un trago de tus penumbras. Ay mi oscura dama, ¿Darías tu un ósculo a la podrida carne mía? Oh ninfa de mareas negras, tú, espejo de tinieblas ¿Cuántas lunas nuevas darías por mi ausencia? Dime si tu llanto se ahoga en mi suspiro, pero habla ya mujer, que la noche es corta y mi entendimiento también. Acótame el camino hacia tu alma, mas no lo hagas en el margen derecho de mi desprecio, pues me perderé en encontrarte y sólo llegaré a tu recuerdo. Y si bien este réquiem parece melodioso, no pretendas hacerlo tuyo, pues aquel misterio que desvelo, será por siempre el secreto que sólo tú y yo a duras penas conocemos. Tú eres mi oscura Afrodita, mi calumnia entre sueños, la fruta mas prohibida, la que adoro en secreto.

III.

No lo sé aún, pero dicen los espejos que te quiero. ¿Y si tienen razón y es eso cierto? Tal vez en un futuro deberé perseguirte por noches pobladas de sombras y días enmohecidos por nubes. Si te atrapo, llegaré a dormitar en el crepúsculo de tus lágrimas. O puede que no, es más probable que me bailes el tango de la indiferencia. En ese caso seguiré empequeñeciéndome cada vez más y más hasta perderme por completo en los poros de la desesperanza. Mientras tanto y hasta que eso ocurra, seguiré convirtiendo tu existencia en versos, sé que no son lo bastante sinceros, pero a fin de cuentas son versos.

IV.

Oh calumnia que danzas al son de la discordia ¿Qué he de hacer para encontrarte? Te busco en luz y sombra, en esa musa bailando en las entrañas del cielo, en esa nube que danza con la hija del fuego. Vislumbro en la fachada de tu hipocresía esas cortinas de seda tan llenas de tu supuesta esencia. Y se que tras esa máscara demacrada de cosméticos que sólo retiras al dormir se esconde un ser humano, al menos, eso espero. Huelo en las lágrimas del cielo tu sutil presencia, aquel indeseable aroma a viejo, a polvo. Pienso en esa imagen tuya, falsa, mentirosa, llena de una rabia incoherente. Y al final descubro que esa oscuridad que te caracteriza, no es más que esa herramienta que yo utilizo para encontrarte.