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EL CURA

Este gallego recièn llegado de España, habìa sido destinado por la curia a la iglesia del pueblo.
Al principio no fue bienvenido. Ello sucediò porque cometiò el error de realizar una ácida crìtica a la persona que habìa sido su predecesor, el que ahora ocupaba un cargo importante dentro de la burocracia eclesiástica.
Pero al pasar los días fue ganando la simpatía de los fieles, sobre todo porque en las mañanas tomaba su bicicleta, se levantaba la sotana, se ataba la misma con una soga fina a la cintura y cantando pasodobles salía a recorrer el pueblo, saludando a todo el que se hallara al paso con un
-¡Buen día, hermosa mañana nos ha enviado el Señor!
Comenzò a frecuentar el club, en el que se reunìan personajes propios del lugar- entre ellos un gordo dicharachero y bonachòn- que poco tenìan que ver con la religiòn.
Y así fue que en una de esas tardes hubo en el club una memorable partida de truco entre el gordo y el cura. Al comenzar el gordo le advirtiò.
-Mire padre que esto es un juego de mentiras
-Dios me ayuda a ganar sin mentir, dijo el cura
No bien comenzada la partida hubo un lance por parte del sacerdote
-¡Envido!
-¡No mienta padre, que es pecado!
-Yo no peco chaval, ¡Si quieres saberlo acepta!
Y asì entre chanzas y socarronerías llegaron muy parejos cerca del final en la que el gordo ganò cantando una flor en los siguientes tèrminos
Cuando San Pedro muriò
toda la gente decìa
¡Pobrecito San Pedro,
que FLOR de bolas tenìa
-¡¡Eres un desgraciado chaval!! ¡Irrespetuoso y hereje! dijo el cura arrojando las cartas sobre la mesa, a la par que el gordo se reìa a las carcajadas a mandíbula batiente, cosa que tambièn hacìan los parroquianos asistentes a la singular partida
La cosa es que, al domingo siguiente, el gordo y gran parte de los asistentes a esa partida, estaban en la iglesia escuchando misa.
Visitò los colegios del lugar e instò a los chicos a acercarse a la parroquia organizàndolos en grupos juveniles. Asì formò un conjunto de guitarras y coro que cantaban en los oficios religiosos y en las reuniones periòdicas que tenìa con la juventud se tocaban problemas inherentes como la droga, el alcoholismo.
En vísperas de Navidad guardaba celosamente algunas botellas de vino sagrado que regalaba a sus amigos.
No era muy bien visto por las damas de la parroquia, generalmente pertenecientes a los estamentos sociales màs elevados de ese pueblo y a las que este cura, no les dedicaba la atenciòn que lo habìa hecho su predecesor, motivo por el cual se sentìan desplazadas. Entre ellas se tejían murmuraciones, y desconfiaban de su relación con la juventud.
Pero en general, se puede decir que la mayorìa del pueblo respondía con una presencia cada vez más numerosa, en los oficios religiosos. Pero ello acontecìa por la calidad de los sermones en los que tocaba temas de mucha actualidad como la delincuencia, la droga, la situación económica y la política.
Entre el grupo juvenil ligado a la parroquia había una joven rubia, que era hija única de una de las damas de sociedad y que, al tener muchos problemas familiares por incomprensión y falta de cariño, pasaba largo tiempo en el confesionario escuchando los sabios consejos que el sacerdote, impartía.
Algunos del grupo juvenil, celosos de tal situación, comenzaron a divulgar el rumor de que el cura se había enamorado de la jovencita.
Esto fue aprovechado por las damas e inmediatamente obtuvieron una entrevista con el obispo, en la que el cura anterior hizo de puente `para el logro.
Entre conciàbulos y reuniones secretas confeccionaron una carta en la que pidieron el relevamiento del cura por actitudes indecorosas.
Algunos amigos trataron de interceder en favor, pero, la sentencia estaba ya firmada.
Lo destinaron a un pueblo lejano, vacío, solitario.
En su lugar llego otro, previo ser aprobado por la comisión de damas de la parroquia.
Recuerdo los ùltimos dos sermones, finalizaban....
-¡Señor! Perdònalos, no saben lo que hacen
-¡El que estè libre de pecado, que arroje la primera piedra!



Tortuga

Texto agregado el 11-10-2003, y leído por 191 visitantes. (1 voto)


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