Se desanudan los jirones
que cubrieron las heridas
y descubro que el tiempo
poco importó.
Entre brisas,
se esparcieron anuncios contradictorios;
enfrentados,
al verdadero origen de las intenciones.

La costumbre del silencio
instalada en tu boca,
se confundía con el intento de ignorar.
Mil palabras fui dejando en tu oído,
y sin respuesta
fue quedando mi mensaje.
Hasta ceder,
a la lentitud del movimiento,
que enredó mis pasos
con sentimientos olvidados:
se empezaron a apilar.
La habitación es pequeña
el instante finito,
gobernaron los temores
me comienzo a derrumbar.

Arrastrado,
en soledad anónima
tampoco intenté abrir los ojos:
presentía oscuridad
esperaba que el frío regresara.
Sometido,
apagué los latidos uno a uno,
mente convirtiendo mi existencia
en presencia sin razones
para ser notada.

Repetida la historia,
refugiado en el silencio
no hay conciencia del mundo.
Espero,
el nuevo momento de respirar.