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Aprendí a hacer explosivos en una edad comprendida en un espacio, no lo sé: en un aquí.



Para hacer un explosivo basta con que haya una bola, pero es necesario que dicha bola tenga una cualidad terrenal para hacer una explosión ya que, usualmente, las bolas de características estelares tienden más a implosionar que a explotar. Si se desea hacer una explosión y no se tienen bolas de características planetarias o terrenales y, a cambio, sólo se halla una bola de característica estelar es necesario que el terrorista tenga consigo un manto negro..., puede servir un sobre todo. No deseo aconsejar colores, cada cual posee su estilo propio dentro de una ciencia, pero, si el color es azul oscuro, toda la creación de la explosión (porque la explosión sirve para hacer materia prima) ira al espacio de los bordes galácticos (también conocido como "el vestido de Deyanira" o "la gema de Krishna"); así que usemos el negro - tomando en cuenta que me dirijo a amateurs -. Entonces, entonces se hace un acto de magia hacia la bola estelar, se le otorga de la propia energía, se le otrea con el manto negro, se le ofrece desde el pecho, se le da un pequeño susto y después se desaparece (Uno, el Terrorista).



No se verá cómo la bola de característica estelar comienza a temblar suavecito y a emitir un pequeño zumbido (como el de una nevera), y entonces de repente hace brotar algo así como una caquita con un sonido como de un peito. Ése es el primer "hijo", como un electroncito positivo que enseguida comienza a girar en torno a su Sol ("papá" en el original, o "mamá"), entonces comienza a girar y, a medida que gira va cargando aún más al Sol qué, se tira otro peito (y, por lo tanto bota otra caquita), entonces ya son dos, se pierde la personalidad entonces a la carga que se le da al Sol, ya que, la carga que el sol recibe a continuación está dada por la mezcla de las cargas de ambos planetas en relación al Sol. Entonces la nueva caca que se produce a continuación es algo así como bastante grande..., y así..., hasta que se consigue al regulador a partir del cual los planetas van disminuyendo nuevamente de tamaño (ya que el objetivo no es sacarle las tripas al Sol). Después del último parto tenemos listo pues un Sistema Solar.



Entonces regresa el Terrorista, tiene bolas planetarias a montón para su gusto, placer y satisfacción y observa, desde aquí, a una que está bien madura, y le coloca su sonrisa: Toma entre sus manos el tiempo único que lo caracteriza y lo coloca de un extremo al otro de la bola planetaria, la cual aparenta entonces (vista desde la dimensión tiempo) una bola verde entre unos labios en sonrisa: los dos extremos del tiempo. Suelta su engaño, con hábiles dedos, y se deja atrapar por el magnetismo producido.



Desde afuera..., el vacío observa como todo explota.

Texto agregado el 28-09-2005, y leído por 137 visitantes. (0 votos)


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