TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / dioni / Algo grande

[C:14179]

Lo que comenzó como una charla sobre sexo, estimulante y graciosa, se puso de color panfleto y ella se sentó en la palabra. La tercera cerveza le dio un tufo feminista y yo me limité a apoyar los codos en la mesa porque la parrafada sería larga, fatal.
Que nosotros los hombres, todos iguales, no teníamos sangre suficiente para usar las dos cabezas a la vez. Que una de ellas tomaba siempre las decisiones y era la que no tenía cerebro —la que tenemos entre las piernas—, y que además, era la vara que usábamos para medir todas las cosas. Que nos faltaba sutileza para el erotismo, que éramos parientes de los perros porque nuestro fin único era fornicar, nunca hacer el amor. Que las mujeres tenían zonas erógenas en cada centímetro de toda esa cantidad de metros cuadrados de piel que tiene el cuerpo y que nuestra única zona erógena se limitaba a ese feo apéndice que rara vez tenía más de diez centímetros, que patatín, que patatán, etcétera, etcétera.
Entonces le dije: “¿nos vamos?” y pedí la cuenta. “¿Ofendido?”, preguntó; “No hay por qué”, respondí.
No hubo más palabras hasta que, sorprendida, se dio cuenta que no íbamos en dirección a su casa. “¿Para dónde vamos?’. Yo le subí a la música y seguí conduciendo. “¿Para dónde me llevas, Carlos?”. La luna llena permitía ver los pinos a los costados de la carretera. “¿Carlos, para dónde vamos?”. De la ciudad ya sólo se veían las rayas de luces de las avenidas por entre los árboles. “¡Deja ya el cuento y dime para dónde me llevas!”. Yo reduje un poco la velocidad y buscaba la señal. “¡Carlos, por dios!, ¡que ya me estás asustando!”. Apenas vi el boquete por entre los árboles, metí el carro por allí entrando unos cien metros hasta quedar en medio de un bosque. Apenas había claridad, pero la luz del pasacintas dejaba ver su cara de terror.
Apagué el carro y le dije: “estás equivocada cuando dices que nuestra única zona erógena es algo que rara vez tiene más de diez centímetros y te lo voy a demostrar: ahora vas a ver algo realmente grande”. Me miraba con los ojos como platos y se asustó aun más al verme abrir la guantera y sacar la linterna. Cuando alumbré, ella no entendía.
Yo alumbraba, lentamente, toda la extensión, cada metro, cada rincón, cada detalle. “Mira que no es nada pequeño. Ahí está todo, desde el tapete de agujetas de pino secas, el grupo de hongos de color rojo intenso, aquella rama retorcida que sirve de asiento, este cielo de ramas verdes, el húmedo olor a pino; sólo faltan el mantel de cuadros, que además de mantel sirve de sábana, y la botella de vino. Todo esto es mi gran zona erógena, erótica y heroica, porque aquí he librado mis mejores batallas”.

Texto agregado el 07-10-2003, y leído por 168 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-04-2004 en verdad me encanto fue lo mejor que he leido felicidades hugovich
09-10-2003 Como diria don Julio, es un cuento con osmosis, es decir hay una articulación convincente. Muy bien hecho. gracias por compartirlo hache
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]