Corría el mes de enero, después del tiempo de la esquila al pueblo llegan muchos forasteros cobrando por la faena realizada a los dueños de las estancias.
Justamente uno de estos hombres llegó una tarde, se le notaba la paga porque venía cargado al litro y le temblaba el suelo, este hombre no halló donde amarrar su yegua asi que la ató a un álamo(arbol muy usado para cortar el viento de la tundra patagónica, por su altura), y lo dejo ahí para seguir empinando el codo en una cantina cercana...pasó una semana y el hombre no aparecía, se le vio por ultima vez en la cantina, salió con todo dandole vueltas y no apareció mas.
A todo esto ya había pasado la epoca de la esquila por lo que el pueblo se vació, parecia pueblo fantasma, nadie transitaba por el...
...pasó un año...
dos años...
y fueron tres....
Al año siquiente ocurrió lo inesperado, aquel hombre perdido del que quizá la mayoria ya se había olvidado, el mismo volvió.
Buscó por todos lados a su yegua(nadie sabe que pasaba por su cabeza al buscar al animal después de tanto tiempo). Agotado se sentó bajo el álamo en el que estaba seguro amarró su bestia, alzó los ojos a lo alto pidiendo ayuda...comenzó a gritar!, nadie sabe si de espanto o de gozo.
¡Había encontrado a su yegua! amarrados en la punta del álamo,ahí estaban sus huesos, colgando estaba su cadaver reseco por el viento y el sol.

Aquel hombre sigue en el negocio de la esquila, dicen que tiene las manos mas hábiles en el rubro, su unico defecto es su apego a la botella... ahora va a cobrar su dinero de a pie.