Caminando por un prado estaba,
penetrando en mi propio ser, cuando vi una perfecta figura en el horizonte.

Multiples ideas aparecieron en mi mente,
si acercarme o no a esta tan distinta forma de vida...
cuando de pronto el ser se acercó con gestos extraños y al mirar sus ojos lo vi caprichoso y un impúlso me hizo correr.

Los pajaros se alejaron y un gran silencio me ahogó.
Entonces vi que en ese lugar estabamos solo yo y el perfecto ser, que con su presencia me aplastaba y consumía.
Caminé sin sentido y llegué a un cementerio, me acerqué a una lápida sin fecha ni nombre, y de pronto sentí a ese ser sobre mi, y me sentí consumada, ya no tenía nada, me había dejado vacía, sin aliento, sin lágrimas, sin risa, sin mirada, y vagué por el resto de mis días, sin nada.





(esto lo encontré hace poco entre mis recuerdos y cachureos. Es algo que escribí cuando tenía 15 años, y lo quise compartir con ustedes.)