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No fue una decisión fácil. El acto mismo fue horroroso, la verdad es que no lo pensé, actué llevado por la desesperación. No sé qué siento...creo que me arrepiento...la idea de “pecado” ronda mi mente. Todo es confusión...faltan cinco minutos.

Todo empezó hace un año, casi cumplido, cuando conocía a otra, fue casual: caminaba yo por la avenida desprevenido cuando chocamos, al vernos fue como si ya nos conociéramos desde antes, y el destino se encargó de reunirnos de nuevo, al poco tiempo resultamos trabajando en el mismo edificio, el resto es historia.

Con ella llevaba varios años, tres o cuatro, no lo recuerdo bien, desde mis primeros años de hombría, disfrutamos juntos de momentos muy intensos. No fui capaz de dejarla a un lado, nuestra relación aunque secreta fue siempre intensa, rebosante de pasión y sexo, no había amor, sólo sexo y más sexo.

Después de poco menos de un año decidimos casarnos. Mi idilio de adolescente debía terminar, no importaba que lleváramos cinco o seis años, no lo recuerdo, esta vez era el final.

Llegó el día de mi boda. Entonces pasó...

Ella se resistía a salir de mi vida, ahí estaba, en mi habitación, desnuda, como siempre, rebosante de sexo. En ese momento el deseo y el odio se conjugaron como pócima mortal. Quería poseerla, pero la detestaba por ser el objeto de la traición a mi futura esposa. Sentí que el mundo se enloquecía y la cabeza me estallaba, la arrastré hasta el sótano, ella no podía resistirse, tome un cuchillo oxidado que encontré y la penetré con sevicia tantas veces, que no recuerdo cuantas.

El objeto de mis pasiones adolescentes se desmadejó en mis manos, supe en ese instante, que debía ocultar la evidencia del crimen: la desmembré con la vieja sierra de mi padre, pero al tratar de sacarla para abandonarla en un lote baldío me percaté de que la casa estaba llena de gente...no quería testigos, desistí. Qué hacer, faltaban dos horas para la boda y la tenía ahí, sin aire. Al mirarla, sentía deseo de poseerla como antaño, me maldije por mi perversión y empecé a buscar la forma de desaparecerla allí mismo, en el sótano, entre tanto podía escuchar los gritos de mi madre que me llamaba, tenía que darme prisa si no quería ser descubierto.

Entre las cosas viejas de papá encontré un frasco con un ácido desconocido, pero que estaba sellado con muchas alertas de peligro, así que lo decidí: la rocié lentamente con el ácido que rápidamente se expandió y fue consumiendo sus partes. Empezando por sus senos (que aun yo deseaba) se fue esparciendo por todo el cuerpo inerte. El olor a muerte era insoportable, no lo resistí, así que salí del sótano y me encerré en mi cuarto.

Faltan cinco minutos para correr a la iglesia, sigo en mi cuarto, todo es confusión, y mi madre exhala un alarido que paraliza toda la casa: ¿Quién quemó esa muñeca en el sótano? ¡Maldición!


Texto agregado el 19-08-2005, y leído por 511 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
18-09-2005 muy buen texto. me tuvo tensa todo el rato y ..el final me sorprendió. Mis 5 estrellas para tí. mariasol
20-08-2005 Un perverso final. De todas maneras te atrapa y quieres saber en què termina.Mis saludos. morin
19-08-2005 Está bien escrito, tiene buen final, pero el tema no es demasiado atrayente. Saludos. duckfeet
19-08-2005 carajo, que escroto , que escrito yo le pongo las 5 estrellas al toque que final de infartoooooooo, te pasas ha es un buen escrito, ya es hora de sacralo en papel. anggelbueno
19-08-2005 eres un perverso delicioso. como se te ocurre escribir ese final. me dlolio la cabeza que me sacaras de honda al final. buenisimo!! te doy 5***** lamore
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