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La televisión es un insecto que nos chupa la voluntad y el pensamiento y convierte el entendimiento en una transfiguración del entendimiento. Hay mucho entendimiento en entender la televisión como un insecto.

Con menos entendimiento y más capacidad para el diálogo quizá lo más correcto sería escribir "La televisión es una buena representación de un insecto" La cabeza de un insecto, la cabeza de una cucaracha. por ejemplo, así como un carro es una buena representación de una chiripa, una moto de una hormiga, un autobús de una oruga, un helicóptero de una libélula, el metro o subterráneo de una lombriz y, si lo que deseamos es contar los ejemplos, contaremos lo suficiente como para que los Maya escriban libros enteros sobre Neotomemismo y sobre cómo los blancos rinden cultos sin saber que los rinden. Un problema de Conciencia.
Pero el caso que nos interesa para este ensayo es la televisión. En algunos insectos existe la esclavitud (en los seres humanos también), como es el caso que regularmente se da entre especies de hormigas, quien no lo sepa quizá deba leer un buen libro de entomología. Bueno, el caso es que existen especies de insectos con antenas capaces de bloquear las capacidades perceptuales de otros insectos con toques de sus antenas. No sé si entre insectos se puede hablar de Conciencia, tampoco sé si entre nosotros. El caso es que con sus antenas bloquean la conciencia de los seres a los que logran esclavizar. Hemos erigido el mundo de los insectos en grande como si fuesen nuestros Dioses y no lo sabemos. De facto: Son nuestros Dioses, a ellos servimos y a la representación exacta de su mundo con todos sus componentes nos hemos limitado (uso de químicos, estructuras piramidales de poder, trabajo de obrería, uso de antenas, todos estos ejemplos sin contar con la reproducción exacta de sus formas. No solo eso, sino igualmente una de sus principales funciones: la descomposición de la materia). Vaya manera de rendir culto, hasta un mosquito a la luna hemos enviado. Vaya forma de rendir culto -repito-,
En términos religiosos no hay de qué jactarse, no olvidemos que torturamos y crucificamos a nuestro Hombre - Dios por motivos desconocidos de "Fuerza Mayor". En términos religiosos somos víctimas de un Neototemismo inconsciente que practicamos y que pareciera ser regido por una inteligencia no-humana.

La televisión se enciende en las horas en que los individuos están más cansados, más susceptibles de seren manipulados, en los momentos en que sus defensas se hallan más bajas, de que se les introduzcan nuevos parámetros en la conciencia, en lo que queda de ella, feromonas mediante imágenes que producen reacciones sexuales, adrenalina mediante violencia, gusto o indignación ante el uso de la violencia, todo poderosamente canalizado, enternecimientos, estremecimientos, reaccionando frente a un aparato. Todo ello para hacernos sentir más humanos, más nosotros mientras sentimos frente al ojo de una cucaracha todo lo que nos dicta, como si estuviese durmiéndonos con caricias de sus antenas mientras se alimenta de nuestras conciencias hasta que lleguemos al punto de que no lo podamos ver... atrapados muchos en hormigueros mientras desintegramos lentamente, paso a paso el único mundo que tenemos.

Hace algunos miles de años, cuando la Conciencia era más fácil y nosotros sus dueños, sufrimos la invasión de la Serpiente, comenzamos a construir su piel, escribimos sobre su robo. Comenzamos a construir su piel a través de sembradíos (campos labrados), colocamos piedras sobre piedras, inventamos el signo. Debido al robo de nuestra conciencia por parte de la Serpiente comenzó la civilización. El ser de la Serpiente, a cambio, fue absorbiendo nuestra conciencia de seres sobre un planeta."Conciencia de trabajo" fue su lema, la conciencia de quien ha perdido su ser y a cambio se quedó con la esclavitud. Mediante el trabajo hemos construido su piel sobre el mundo y, en la medida en la que fuimos construyendo fuimos perdiendo nuestra función humana como humanos que no recordamos que lo somos. La Serpiente se convirtió nuestro Dios entonces y es a ese Dios al que le ofrecimos la sangre de nuestra humanidad. Transformamos la naturaleza, construimos la letra, dibujamos sobre el mundo su piel, la separación, el temor, las largas barreras, lo mío o lo tuyo, la guerra, la gran muralla china, todo eso fue transmutación, porque difiriendo con Hobbes, si hubiésemos sido desde el comienzo aquello en lo que nos convertimos, no hubiésemos durado ni cien años, mucho menos al rededor de cien mil.

Nos colmamos de la Serpiente, sus hijos, excéntricos como lo somos, optamos por un nuevo Dios (No lo sabemos: no fuimos nosotros, fue la Inteligencia), optamos por una nueva Madre: La Gran Diosa Cucaracha que nos come, que nos manipula generosamente, que nos dicta sus saberes y que absorbe de nosotros lo poco que nos queda (quizá para hacernos pasar de lo seco a lo húmedo), que nos regenera preparándonos para sobrevivir y cumplir nuestra nueva función en, igualmente, lo poco que queda de mundo. No ha existido ese Dios de barba blanca, la sabiduría, el hombre del consejo, Néstor, lo tenemos encerrado en un geriátrico mientras cantan como pequeños y simpáticos grillos nuestros celulares, hasta que vengan frescos tiempos después de tanta pesadez.

Texto agregado el 16-08-2005, y leído por 142 visitantes. (0 votos)


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