El infeliz posee poder hipnótico sobre la gente. las emociones de los demás no le afectan y posee control sobre sus propias emociones. Esto hace que siempre reaccione de una manera calma y controlada y que por la "sorpresa", por el des-obedecimiento implícito en quien no se asusta ante una demanda, no se violenta o no se altera, la percepción de la otra persona sufra un cambio violento. "¿Quién eres?" Se pregunta siempre cualquiera ante quien no obedece el "comando" ajeno. Si hay violencia (mayor cantidad de energía) en quien pretende tener el comando, en el momento de chocar contra la pared de la tranquilidad, de la calma, del control, quizá sufra un golpe perceptual y ver por segundos una forma, puede ser una calavera, un demonio, una serpiente o un ser extraterrestre. Ése es el momento en que el infeliz se aprovecha y mantiene el hipnotismo, habla desde allí, desde allí se mueve y señala con un dedo las alucinaciones del otro, muestra flores azules encima de su oreja, muestra uñas blancas de energía que salen y crecen de sus dedos. Todo en un aura, una atmósfera, de la mayor simpatía y cordialidad; una sonrisa, quizá un nombre (ese nombre eterno) y después el miedo aparente fabricado por su cuerpo, mientras lentamente y en silencio el otro regresa.
Un escrutinio en los ojos
y finalmente la mirada.

El infeliz se va feliz habiendo obtenido un logro.