TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Desleal / Cuento con el que perdí en OTRO concurso de loscuentos.net

[C:120063]

Péndulo


En la casa de Áustero se escucha un sonido en el interior del tejado, todos los días. Si uno se encuentra en la habitación principal de la casa, donde duerme él y su esposa, es inevitable dar cuenta del sonido, que se vuelve más intenso y constante a medida uno se va olvidando de éste, pero cuando se le presta atención conciente, entonces se escapa en su propio disimulo.

El sonido puede y es percibido de diversas maneras por distintas personas. Todo dependerá de la persona de quien se trate. Por ejemplo, algunas personas podrán escucharlo como un simple martilleo metálico. Para otras, se asemeja al desmontar de dientes de un juego de engranaje. También se le ha descrito como el vaivén del péndulo de un reloj muy grande. Existe además la menos común pero no por ello menos inquietante descripción de un incesante lambisqueo.

A Áustero y a su esposa se les hace difícil quedarse dormidos. Es precisamente cuando comienza a desactivarse la parte del cerebro encargada de la vigilia, y empiezan a hundirse en el fango onírico, que el sonido se incrementa, alertado de la falta de alerta, y los despierta rozando el umbral de lo estruendoso.

“Este ruido hijueputa nos va a volver locos”, se decían el uno al otro en el mosquitero del insomnio. “Mañana desarmo toda esa babosada y saco al demonio que se la pasa haciendo ese ruido”, era la promesa eterna que alzaba con voz reseca Áustero. Mantuvo la promesa en el aire por mucho tiempo, porque su pereza era demasiado viscosa, pero un buen día su deseo de soñar fue más pesado, y se armó de voluntad y herramientas para averiguar de una vez por todas qué era lo que causaba aquel ruido que definitivamente no era creación de Dios.

Trataron de explicar aquel fenómeno acústico como la expansión de los materiales de construcción, debido a los cambios de clima. Se pensó que se trataba de algún roedor que había logrado hacer colonia en el techo. Creyeron alguna vez que el viento movía las hojas que se habían ido acumulando con el tiempo. Mas no; no se trataba ni de la temperatura, ni de roedores, ni de hojas, ni del viento, ya que fue Dios quien creó a todas estas cosas, con su voluntad.

Ya no había más qué hacer, porque donde Dios no quiere ensuciarse la mano, el hombre debe limpiar. Áustero, ayudándose de una escalera de cuatro escalones, removió los rectángulos de asbesto que conforman el techo, y mientras lo hacía, el extraño ruido se incrementaba. Con tres rectángulos fuera de intromisión, ya era posible, con la ayuda de una linterna, obtener un panorama de lo que fuera que se encontrase en el interior del techado.

Salpicaba de amarillo los recodos de cemento y varillas que conformaban el laberinto donde llovía polvo translúcido. Y sólo eso vio: lo que reflejaba la luz de la linterna. Fue por eso que pudo ver al ruido, y éste lo saludó.

Cualquiera que los hubiera visto en aquel momento sólo habría visto a Áustero con la cabeza y los hombros oscurecidos en el interior del techo, y su cuerpo apoyado en la escalera, negociando.

Ahora Áustero y su esposa duermen con tranquilidad unas buenas siete u ocho horas por noche, pero no pueden tomar siestas durante el día. Lo único que tienen que hacer es rezar siempre antes de acostarse, clamando a la piedad y misericordia y la buena voluntad de los martillos y los engranajes y los péndulos y las lenguas y qué sé más.


FINAL ALTERNO:

Salpicaba de amarillo los recodos de cemento y varillas que conformaban el laberinto donde llovía polvo translúcido. Y por eso lo pudo ver: aquel ruido verdaderamente no era una creación de Dios, sino Dios mismo y sus ronquidos.

Áustero titubeó su despertar. Había dormido por miles de años, el sinvergüenza, y era hora de levantarse y ponerse al día con el débito de las plegarias.

De nuevo, como fue en algún tiempo, las oraciones y deseos de los hombres fueron escuchados, y Dios habló con el hombre y le comunicó sus deseos.
El mundo no duró ni treinta años.


Texto agregado el 05-07-2005, y leído por 198 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
09-01-2006 ¿contra quién putas te pones a concursar?, concursa contra javierelizondo, jajaja!! sirako
07-07-2005 Me agrado más el primer final pero el segundo es atractivo. Saludos... Chao. stoneage
06-07-2005 A mi me gustó más el segundo jejeje. La verdad me gusta como una narración bastante clásica y digna de esas de cuentos de terror se convierte en algo mágico. Me fascina Austero como nombre para un personaje... yo siempre tengo problemas con los nombres!. Bueno ya te dije los concursos nunca los ganan los realmente buenos... imaginate una Academia para Escritores!!! uy no! Aniuxa
05-07-2005 buen tema aunque me sabe algo familiar :S, claro no le quita lo bueno, el final alterno no me gusta mucho mejor que lo dejases asi y en cuanto a la narrativa y uso de las palabras siempre podemos mejorar :D pero tambien estan agradables Bocchio
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]