Quinta Crespo ardiente entre verduras y humo autobusero, y yo ahí en medio de la acera viendo de lejos un camión lleno de patillas.

Temporada de mangos, miseria y perdición.

Llego a mis paredes de mármol y vidrios semi blindados.
Graffitis en la cara y en el culo de los gigantes actores que defienden la fachada.
Protegida y saludada cordialmente por los frescos guachimanes que ven mi gerencial carnet.

Y una pregunta retumba en mis oídos y produce miedo en mi cuerpo: Coño, y que tal si ponen un C4 en la acera, ¿volamos todos?

Puñalada maromera que retumba en una ruleta rusa de ciudad.

Una pecera que me separa de la realidad, un cafetín que no vende más frutas secas. La alegría llegó a su fin de temporada.