I.

Diego se despertó sin saber quien era, muerto como un diablo pintado de luna. Sintiendo que su espalda dolía tras la marejada tempestuosa. Sabía que su vida y su alma le eran indiferentes. Y pensando en las tinieblas terminó marchito en un féretro de osada presencia en el cuarto oscuro de su memoria. Sentía el raspar de las paredes del confinamiento mental. Muerte lenta al desdichado, felicidad para el insensato. Que las aguas de todos los mares hiervan ante mi enojo, pues mi ira se cierra a las barreras de lo impensable.

Amo la vida, al fin y al cabo la aprecio.

II.

Desde las mazmorras putrefactas de mi traicionero inconsciente surgen las abominaciones más vomitivas y maléficas que la imaginación humana puede crear. Desgarrados rostros de llanto ácido que corroe la carne mortal. Corrientes eternas de cardiaca naturaleza cavan en la piel riachuelos de escandaloso carmín purpúreo. ¿Sería mejor despertar? El multicromático mundo de lo grotesco ilumina las más oscuras ideas. Y es por eso que me quita el sueño.

III.

Mil rosas se clavan en mis parpados, me sangran el inconsciente y lo hace uno con el sufrir de tu presencia en mi recuerdo. Fantasmas sonámbulos de la noche plutónica que me embriagan con el venenoso insomnio. Me hipnotizan con sus falsos placeres de antaño y me azotan contra mi propio presente. Ay de mí que estoy maldito por una noche entera a estrellarme en las puntas afiladas del pasado. Si se me permitiese recibir el dionisiaco placer de incrustar mis parpados en el olvido y secar mis lágrimas con legañas, entonces cuando Apolo coronase el horizonte con destellos violeta yo podría disfrutar de la tranquilidad que goza aquel cuyas penas nocturnas desvanecen bajo el traslúcido velo del dormir.

IV.

Hierven mis pieles ante la pesada presencia de delgadas capas de infierno que cierran un sobre de vapores azufrosos. Errante, nado en ácido volcánico. La punta de todas las puntas se evapora ante los esfuerzos titánicos de una maraña de plumas de ganso que luchan por martillar una cabeza derretida por el ponzoñoso calor que trastorna un cerebro cansado de dar conciencia a un ser muerto de vivir. ¿Porqué Hefesto y Démeter se alían en mi contra? El terrible sofoque de la pesada brisa veraniega sabe a fuego y me quema las entrañas. ¡Si tan sólo Morfeo me defendiese de tan funesta alianza!

Esta noche la vida parece un mar de incandecente lava.