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CAPITULO 3: RECUERDOS...



Amy subió lentamente por la escalera, los escalones crujían ante el peso de la niña, al llegar al final, se vio ante un pequeño cuarto, con algunas cosas viejas y un baúl en medio, parecía que nadie había estado en ese lugar en mucho tiempo. Amy se dirigió hacia el baúl, movida por un sentimiento desconocido, al llegar a el, se hinco y lo abrió lentamente, estaba lleno de papeles y de libros, Amy tomo uno cuidadosamente y lo abrió.
Era un álbum de fotos, su mamá estaba ahí de la misma edad que ella, sonriente y despreocupada, se veía radiante y muy hermosa, Amy siguió hojeando el álbum, y encontró más fotos de ella, en todas se veía muy feliz. Guardo el álbum y saco otro, en este se encontraban las fotos de la boda de sus padres, sin querer, una gota mojo la fotografía, Amy sin darse cuenta estaba llorando, ahí en ese instante sintió una soledad, un desamparo, pareciese como si estuviera sola en la inmensidad de un desierto, sin saber que es lo que pasaría al día siguiente y esperando que todo cuanto le estaba ocurriendo no fuera mas que una pesadilla, de la cual iba a despertar y como siempre, su mamá estaría a su lado consolándola y con un abrazo, le diría tiernamente.
-no te preocupes, solo fue una pesadilla.
Pero Amy, en el fondo, sabía que no era verdad, lloraba y deseaba con fervor el que sus padres estuvieran junto a ella y sobretodo poder decirles, los quiero, los amo, cuanto los necesito.
En la casa, en la calle, e incluso en la ciudad, se percibía un silencio y una calma que no hacían más que aumentar el sentimiento de soledad de Amy, era como si la maquina del tiempo se hubiera astillado, dejando en el cuarto una fracción de segundo eterna. Estuvo mucho tiempo hincada, llorando y llamando a sus padres con una voz y un idioma mas halla del entendimiento humano, pues era la voz y el lenguaje del corazón.
Los extraño mucho –fueron las únicas palabras que salieron de los labios de la joven.
Sin fuerzas, y con las lagrimas resbalando por sus mejillas, bajo del pequeño cuarto, volvió a colocar la escalera en su lugar y se acostó a llorar y sin darse cuenta se quedo dormida.
Eran las 2 de la mañana en el reloj de la plaza y Amy despertó, se sentía triste y sola, se sentó en la ventana como era costumbre y se quedo viendo el mar. Por extraño que parezca el mar la tranquilizaba mucho, al lado de la ventana se hallaba una pequeña caja de madera, Amy la abrió y salieron como por un hechizo las mismas tonadas que le cantaba su mamá, y poco a poco empezó a tararear la canción que su madre le cantaba, y se sintió mucho más sola y mas desprotegida que nunca, era un sentimiento muy extraño, que la atemorizaba, queriendo huir de el, se acostó en la cama y se envolvió en las sabanas, intentando desaparecer ese terror, de la misma forma en que el contacto con la cama de sus padres hacía desaparecer los fantasmas de su niñez. Pero, esta vez no resulto, los fantasmas siguieron atormentándola durante toda la noche. Era algo extraño, sin sentido, no sabia muy bien como debería llamarse ese sentimiento, podría ser tristeza, sería desamparo o tan solo es el hecho de estar confundida, Amy, no lo entendía por completo, pero poco le importaba, los recuerdos de su vida anterior, de su felicidad robada, aquellos momentos tan felices que paso con sus padres, habían desaparecido para siempre, jamás volverían y eso era algo que entendió en ese instante, de seguro, sus padres donde quiera que estén no les gustaría verla de esa forma, tan triste y desolada. De lo más profundo de su corazón Amy saco una fuerza desconocida, que si bien no le sirvió para olvidar su sufrimiento, hizo que este se tornara un poco más soportable.
Al día siguiente, se despertó muy temprano, a pesar de la mala noche, no se veía cansada, si no que al contrario, se veía radiante y llena de energía, acomodo su cama y se dispuso a bajar para desayunar, su abuelo que ignoraba lo que había pasado la noche anterior le pregunto:
¿Cómo dormiste?
Bien, gracias –contesto con una ligera sonrisa Amy.
Veo que estas muy animada el día de hoy, ¿es por algún motivo en especial?
No, solo que hoy hace un día muy bonito y creo que sería lindo dar un paseo, claro, si es que no necesitas que me quede.
Claro que no –le contesto su abuelo- Así que puedes ir, por cierto, ya que vas a salir, podrías pasar a casa del herrero, necesito que me entregue unas piezas.
Si –respondió Amy mientras que de un brinco se situaba en la puerta que daba hacia la calle. Amy empezó a caminar por una calle aledaña al cine de su abuelo, y en poco tiempo se encontró rodeada por el bullicio que producía la gente y los carros en las calles centrales de Lión, había algo que le encantaba y eso era el observar a la gente, la fascinaba de una manera muy extraña, pero le agradaba observar a la gente y pensar cual seria su pasado o la historia de su vida, estaba pensando en eso cuando recordó el encargo de su abuelo y se dispuso a realizarlo, pero se topo con un pequeño problema. No sabía en donde se encontraba el negocio del herrero. Después de preguntarle a tres personas, y guiándose con señas logro llegar a una casa amplia en la cual había toda clase de hierros y demás cachivaches tirados en el jardín y en la cochera. Un ruido hizo que volteara hacia la cochera y acercándose lentamente, saludo.
Buenos días –dijo tímidamente Amy.
De entre los fierros, una cabeza se asomo y Amy no pudo disimular su sorpresa al ver a esa persona….

Texto agregado el 12-06-2005, y leído por 129 visitantes. (0 votos)


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