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ILANA


Ilana tenía el cabello muy claro y larguísimo y ojos verdes muy bacanos (pequeños y casi sin pupilas) donde me encantaba mirar el reflejo de la luna llena. Exalumna del Pilar como casi todas las amigas que tengo en esta ciudad, empezó Derecho en la UIS pero la botaron y se metió a la San Toto. ¿Qué más le digo de ella? Tenía brackets, pero a pesar de eso su sonrisa era muy bacana, muy inocente, como de niña chiquita por decirlo de alguna manera, ¿Ha visto cuando a una niña consentida le preguntan por qué hizo algo y ella no tiene ni idea de por qué pero sonríe como pidiendo perdón?, haga de cuenta. ¿Ha besado alguna vez una mujer con brackets ? Siempre andaba de falda larga y botas militares y se ponía muchas manillas y collares de los que venden los artesanos de Cabecera. Leía cantidades y solíamos pasar tardes enteras en el andén de su casa comentando los cuentos de Andrés Caicedo. Bueno, yo digo Andrés Caicedo porque era lo que me gustaba, pero ella diría Borges. Le gustaba Borges porque le gustaba el ajedrez y Borges tenía un poema sobre el ajedrez que ella me leyó la primera vez que salimos a tomar café. Entonces yo hablaba de Angelita Rodante y Berenice y ella de los ángeles de Swidemborg y “Funes el memorioso”. Esos eran nuestros temas recurrentes, pero hacíamos muchas cosas juntos. Ella era como una niña genio, porque había vivido en un finca y no había hecho primaria y aún así había aprendido a tocar violín y jugábamos a inventarnos canciones, ella ponía la música y yo la letra. Y sobre todo le tramaba ir a cine, por eso casi todos los martes íbamos a videar algo, así fuera a algún cinema comercial o a las películas que daban gratis en Sur o en la Facultad de Salud. Con ella vimos “Casablanca” , pero de la que más me acuerdo es de “Azul”, que era una película llena de color azul, porque a la salida de esa la invité a tomar una cerveza a Sueños de Pan y ahí fue que nos cuadramos. Claro que no duramos mucho, pero después de que terminamos me la seguí pasando bastante con ella. Al menos hasta que entró a tercer semestre, porque ahí fue cuando se cuadró con un man que me caía como un culo y empezó a portarse toda boleta conmigo y como cada vez que iba a visitarla él estaba ahí y no hacíamos más que hacernos mala cara, no volví a ir por allá. La última vez que la llamé fue para contarle que acababa de llegar de Duitama y que me había cuadrado con una pelada de allá y para pedirle el favor de que comiera mierda.


Desde entonces pasó mucho tiempo hasta la noche en que me la encontré en el atajo que uno coge para ir al barrio Terrazas. No sé si usted ha ido por allá, en lugar de seguir derecho por la iglesia de los mormones hasta llegar al CAI, usted se va por detrás de la pizzería, baja unas gradas, cruza un potrero y sale de una. Es mucho más cerca, pero no se lo recomiendo cuando llueve, porque en las gradas se forma barrial y uno puede resbalarse. Yo venía caminando desde la casa de una amiga que se llama Alejandra y que vive cerca al estadio y estaba medio prendo porque con ella y con un amigo, al que nunca le he sabido el nombre verdadero pero que le dicen Dani Cobain porque es muy fan de Nirvana y de un grupo de Black Metal que el cantante se llama Dani, habíamos hecho una fogata y tomado bastante. Acababa de empezar a bajar las escaleras cuando la vi. Estaba sentada unas gradas más abajo, recostada contra un árbol. Tenía falda larga y botas militares como siempre, pero le habían quitado los brackets y se había cortado el cabello. Le dije que me alegraba muchísimo de verla, que sabía que había peleado con el mancito con el que andaba pero que fresca, que nadie en el mundo es irremplazable. Le hablé de los viejos tiempos, de “Casablanca” y “Azul” y el violín y Borges y Andrés Caicedo… le dije muchas cosas bonitas. Un rato más tarde estabamos en mi apartamento…


Ah, pero no le he contado cómo fue que yo conocí a Ilana… ¿Usted se ha rumbeado a alguien para darle celos a otra persona? ...me imagino, todo mundo lo ha hecho alguna vez y a todo mundo se la han hecho. Bueno, todo empezó por Natalia Hetfield, una caleña hija de gringos que me gustaba mucho. Por cierto que de ella no volví a saber porque una vez la llamé y le dije que quería verla, que por qué no se pasaba por la casa y me dijo que otro día porque esa tarde tenía una cita con un tipo que había conocido en un bus y que además el día anterior había pasado por mi casa y mi mamá la había tratado muy mal. Cuando mi mamá estaba en la ciudad, porque ella vivía en Duitama y venía de vez en cuando a visitarme un par de semanas, nunca me decía que Natalia había ido a buscarme. Mi mamá decía que esa niña, con esa música de locos que escuchaba y esas historias que contaba, hasta satánica sería… qué pena que me haya salido un poquito del tema, eso siempre me pasa, me imagino que a usted también, está uno hablando de la existencia de Dios, salta a la inconveniencia del modelo neoliberal y de ahí a las ventajas de la legalización del aborto y al último capitulo de Los Simpsons, ahora que han pasado los años uno habla mucho de programas viejos de televisión y canciones que a uno nunca le gustaron pero se le terminaron metiendo en quién sabe qué hueco de la cabeza, no en el hueco donde se meten las cosas que a uno le gustan sino en otro, pero en fin, Natalia me gustaba resto y como ya muchas veces habían pasado muchas cosas con ella, estaba decidido a pedirle cuadre esa noche en el bar donde siempre nos encontrábamos. Le invitaría una cerveza y bailaríamos un rato y luego le invitaría otra y nos la tomaríamos bailando y así hasta que ella dijera “estoy cansada, sentémonos un rato” y nos sentaríamos a la mesa y yo le diría “Natalia, yo creo que deberíamos cuadrarnos” y ella diría “ yo he estado pensando lo mismo. Ya han pasado muchas cosas”. Pero el sábado ella llegó acompañada, “Ven te presento a mi novio, volvimos que días”. Y yo qué piedra tan hijueputa. Primero por creer que ella iba a cuadrarse conmigo y segundo porque yo sabía que al tipo acababa de conocerlo. Me abrí de esa parte del bar y había tomado como tres cervezas cuando vi por primera vez a Ilana. Estaba sentada en una mesa, sola y fumando un cigarrillo, Pielroja obviamente, ella solo fuma Pielroja, aunque eso lo supe después. Sonaba … no me acuerdo ¿Una de koRn?, ah no, era de Rage, claro, era “Killing In The Name” y todo mundo saltaba y gritaba con la típica energía que genera esa canción …now you do what they told ya ta-ta ta …now you do what they told ya ta-ta ta …y ella sin embargo quieta, estática y extática mirando la luz ultravioleta y pensando en quién sabe qué cosa, vestida con falda larga y botas militares. Ahí le armé la charla y le noté esa sonrisa de la que le hablaba hace un rato. Cuando dijo que se iba, me ofrecí a acompañarla. Ya estabamos bajando las escaleras cuando empezó a sonar una canción de Queen que me gusta mucho y le pedí que nos devolviéramos a escucharla, ¿Usted la ha escuchado ?, es la que dice mamma mia mamma mia que después un grupo mexicano profanó con una versión en español. Nos sentamos en el piso y Natalia estaba sentada en frente de nosotros, sola y como achantada. Entonces, mientras la música cambiaba de opera ligera a guitarra heavymetalera, me rumbié a Ilana con la única intención de que Natalia nos viera. Nunca supe qué pensaron ellas en ese momento pero para mí eso no era más que un rumbeo. Pero, vea cómo son las cosas, de Natalia ni más y en cambio con Ilana me hice el qué reamigo, tal vez bastante más que eso, bueno, ya se lo había dicho…


Estábamos solos en mi apartamento porque el par de vagos con los que vivía se habían ido de campamento a Barichara. Empecé la conversación preguntándole qué hacía, sola en el atajo. Apagué las luces. Serví vino y coloqué algo de música suave, ahora no me acuerdo exactamente qué. Comencé a besarla y uno a uno fui soltando los botones de su blusa. Me concentré largo rato en el lunar que tenía en medio de su pecho. Luego desamarré con mucha paciencia sus botas y luego su falda y deslicé mi mano hacia arriba y hacia abajo de su pierna subiendo cada vez un poco más. Cuando andábamos juntos a ella le encantaba que yo hiciera eso… la desnudé completamente y recorrí con mi cuerpo todos los rincones del suyo con la ternura más putamente grande con la que lo hecho en la vida. Desperté aún abrazándola y preparé un café, había sido la noche más bacana de mi vida…


Ay hermano, estar aquí es jodido, toda la gente es muy extraña, ¿Si ve al mancito que está ahí sentado con un trapo rojo amarrado al cuello? Todas las mañanas a las ocho y cuarto se para en la mitad del patio y se echa unos discursos rarísimos. Hoy nos habló de las tarántulas y ayer de los renegados o algo así. A veces se corta las yemas de los dedos y escribe con sangre. Y por aquí pasó una pelada que se volvió loca de tanto ver luces en el cielo y otro que se fritó el cerebro de tanto comer hongos en La Mesa, la novia venía a verlo y él decía que ella era un fantasma, que ella estaba muerta. Ese otro que está allá, yo me acuerdo que tenía las qué rastas tan bacanas y se paraba en la mitad de la calle treinta y seis a insultar a todo el que pasaba y ahora véalo, rapado y llorando en un rincón. A mí también me raparon y me dio mucha rabia porque llevaba desde que salí de prestar el servicio en la policía dejándome el mechero, pero lo que más me da tristeza es que mi familia vive en Duitama y casi nunca puede venir a verme. Eso en general, de resto hay días buenos y malos. Aunque a veces se me saltan las letras como en los libros que uno encuentra cuando está soñando, todavía me gusta mucho leer y acá me sobra el tiempo. Lo que extraño es la música porque tienen prohibidas las grabadoras. Alcánceme ese maletín y ese buzo negro. Casi siempre uso el buzo porque siento mucho frío y el maletín me lo regalaron de pura lástima cuando mandé a arreglar el que tenía antes. Mire estos son los libros que estoy leyendo. Bacano ¿Cierto?. Dante, Shakespeare, Goethe y Cervantes… me los trajo un profesor que se llama el profesor Medina. Él nos hacía talleres, pero hace rato no viene, ahora viene el hermano Pedro, un pastor evangélico, pero yo no voy a verlo. ¿De pronto usted podría decirme cuál es el mayor clásico de la literatura francesa?. Con eso no sigo perdiendo el tiempo preguntándole a todo mundo. Me quiero leer esos libros primero que todo, pero tengo otros. Mire, allá hay unos de Caicedo que sí los compré yo y ese es de Borges. Me lo trajo el doctor Aguas, pero ahí no está el poema del ajedrez y por eso no lo he leído ni siquiera una vez. El libro de tapas rojas es un álbum de fotografías, alcáncemelo y le muestro… Esta es cuando estaba en el equipo de lucha del colegio, esta es en un lago cerca de Paipa en un paseo que hicimos a un lago y esta, esta es bien bacana, es con el doctor Patarroyo y nos la tomaron cuando vino a dictar una conferencia a la UIS. Yo le digo a la gente de acá que soy el full amigo de Patarroyo y más de uno me cree. También les gusta mucho la foto del lago, aunque la última vez que mi mamá vino me dijo que ya se había secado… ¡Ah sí! Le decía que hay días buenos y malos, casi siempre depende de qué tal noche pasó uno. Cuando he dormido bien me levanto temprano, recibo las pepas, me baño, leo un rato y le escribo cartas a mi novia de Duitama, la que le dije que me había cuadrado después de terminar con Ilana y con la que todavía sigo, ella sólo ha venido una vez porque es muy peladita y los papás la tienen muy jodida. Después de escribir salgo al patio y hago algunos rollos de lucha libre, como para que no se me olvide, los compañeros me dicen “El Hijo del Santo” y “Mascarita Sagrada”. Claro que si estoy muy empepado termino estrellándome contra el piso y todos se ríen pero en realidad no me importa. Eso en los días buenos, porque hay noches en las que el buzo negro no me alcanza a abrigar y el frío no me deja dormir. Entonces no me levanto, ni siquiera para escuchar el discurso diario del mancito que antes le dije. Me dan más pepas y me duelen los huesos y paso toda la mañana atormentado por recuerdos y suposiciones de cómo seguirá el mundo allá afuera. Y vienen Ilana y Natalia y mi novia de Duitama, todas como si fueran transparentes, y se acercan y me muerden el cuello y me gritan que por qué he sido tan hijueputa con ellas. Entonces yo me desespero, me doy golpes en la cabeza y comienzo a gritar a todo pulmón que me saquen de aquí, que yo soy un buen tipo y que no he hecho nada malo, porque después de la noche más bacana de mi vida dejé el cadáver de Ilana exactamente como lo había encontrado unas horas antes, sentado en las gradas y recostado contra el primer árbol que hay por el atajo que uno coge para ir al barrio Terrazas.

Texto agregado el 04-09-2003, y leído por 3933 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
04-09-2008 hola ricardoo...con este cuento te conocii....y desde aquel dia, vivo enamorada de tus palabras :D.....un saluditoo....*lizeth de la lluvia* asesina666
13-12-2005 Vea hermano, este es uno de los mejores cuentos que he leído en la página (y he leído muchos y muy buenos). Me gusta todo, me gustan esos monólogos delirantes, la cuidada forma en la que envía el narrador a fagocitar materia fecal a Ilana, algunos apuntes excelentes. Es de un estilo muy parecido al de Caicedo, como en "El Atravesado". Créame que me encanta y perdone que no sea muy elocuente, pero su pluma me roba las palabras. Calamitatum
01-04-2005 Una muy bacana narracion. Me gusta el tono en que esta escrito-narrado. El apoyo musical es un detalle que me gusta mucho. We will rock you. Akeronte
07-10-2004 Extraordinario de principio a fin. Me ha gustado especialmente la cuidada utilización del slang propio y local del narrador (aunque a veces no lo entienda del todo). Enhorabuena. JUANROJO
11-05-2004 mierda que pequeño horror de ortografía picapiedresca se escribe así y no haci, mis disculpas martintrujillo
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