Tendemos a volver al mismo punto de partida para recorrer de nuevo el camino que tanto significó para nosotros. El camino, si no es posible recorrerlo, tendemos a añorarlo pensado en lo mágico que fue y que no habrá nada mejor. Todo esto hace que no podamos crecer, evolucionar como personas. Entiendo que nos de miedo el cambio, cuando en realidad lo que nos da miedo es, no en lo que nos vamos a transformar, si no en lo que dejamos de ser.

Dejar cosas atrás es duro. Pero negarse a seguir por otros caminos donde, tal vez, nos esperen parajes mucho más hermosos que otros es mutilar los pies del caminante.

Todos, de alguna manera u otra, moriremos en el camino y el que tenga la sonrisa más grande en ese funesto día serán las personas quemas lejos han llegado, las que más han aprendido.

Antes de terminar, para que no caminemos inconscientes, decir que el camino no es una carrera. Que no debemos intentar ser el que más sonría por que, para algunos, la felicidad es disfrutar placidamente del paisaje. De la vida.