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-¡Toma, tú conduces!.-

Así me dijo papá el domingo cuando salimos de compras. Realmente quede sorprendido por la entrega del móvil. A mis siete años por primera vez seré el conductor, claro, por supuesto mis padres me acompañaran, me siento realmente feliz de este gran momento, era algo esperado desde hace mucho tiempo; ... de cuando tenía cinco.

Siempre les decía:
-Papá, mamá yo quiero manejar-,
-No hijo, todavía eres muy pequeño-. Me contestaban.

Hoy me siento realmente “grande”, conduciré por vez primera en “calles”, “avenidas” y “pasajes”, mis padres estarán a mi lado, me estacionaré cerca donde compren, les esperaré a que carguen los alimentos para nuestra familia, seré un gran chofer a su servicio, manejare con prudencia y tino para no sufrir consecuencias desagradables, no quiero que producto de mí la irresponsabilidad pueda ocasionar daños a mis semejantes, ¡quiero ser el mejor conductor de la ciudad y que todos me tengan como un ídolo!. ¡¡¡Quiero ser el Michael Schumacher en versión infantil!!!.

Pero, todos mis pensamientos sufrieron un vuelco espectacular, apenas recibo el coche, arranco a gran velocidad por una “avenida” esquivando a cuanto conductor encuentro en el camino, a señoras y niños les hago el quite con la habilidad de un consumado piloto, lejos de mis progenitores me detengo y los miro, ellos me hacen señas a que regrese, creo que se enfadaron conmigo, pienso una respuesta para que no me regañen. Por una “calle” lateral de menos movimiento regreso donde me esperan, me siento arrepentido por el arrebato inesperado, sé que eso me sucedió al sentir por primera vez el carro en mis manos, trataré que no ocurra más.

-¿Que te pasó chiquillo que arrancaste y nos dejaste botados?, ¡míra, si se te ocurre otra tontera no conducirás mas!.- dijo mamá.

-¡Pero mamá!, estoy tan feliz que me vino un arrebato de entusiasmo incontrolable-, replique.

Papá más benevolente solamente sonreía.

Seguí con mis padres a mi lado, compraron todo lo que necesitábamos ese día, las niñas de mi edad que pasaban, me miraban sorprendidas y admiradas que un niño como yo, estuviera al “al frente del carro”, con un aire engreído y suficiente que me brotaba en ese momento, no las miraba y a propósito volteaba la cabeza ignorándolas, realmente me sentía importante, me hacia el interesante, esta forma de proceder las desconcertaba, notaba que trataban de acercarse a mi, seguramente querían saber que había sucedido que mis papas confiaban al dejarme conducir tan pequeño, sólo me concentraba en la labor encomendada que minutos antes me habían encargado.

Después de recorrer por bastante tiempo los lugares de abastecimiento, decidimos regresar a nuestra casa, pero, nos damos cuenta que nos dmoraremos bastante, las filas son muy largas frente a........ las cajas del supermercado.



Texto agregado el 27-05-2005, y leído por 163 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-05-2005 bravo, el final me tomó desprevenida, tengo un cuento donde alguien conduce un auto por 1a vez y no es igual, el cuento se llama "Aprender". Me gusta tu estilo, te seguiré leyendo. doctora
 
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