Era un chiquillo, huerfano al igual que sus 5 hermanos, le temia a la llorona y a la sangre, siempre se desmayaba, cuando veia a la sangre y corria como un caballo cuando pensaba que via a la llorona, entonces, todos se reian.

Un día salió tempranito a bolear zapatos en el viejo cine del pueblo. La gente le daba unas monedas, conocian a su familia, su origen, su historia y sus desgracias.

El durante el dia boleó más de 20 pares de zapatos, por la tarde, a eso de la 7 de la tarde, el seguía boleando zapatos, de pronto se acercó una mujer, ¡ preciosa ella!, quien le pidió ayuda.

Horacio, penso que nunca habia visto a la mujer por el pueblo, pensó, seguro es una forastera, preguntaba, por una calle cerca de su casa.

Al ver a la dama ¡tan elegante!, pensó en la posibilidad de ganar una buena propina, así la guíó, ella hacia muchas preguntas, que Horacio trataba de responder, ya que preguntaba, por gente que hacia mucho se habia muerto y él no la había conocido, solo por las historias que sus amigos le narraban.

De pronto, al preguntarle por su padre, el volteo la cabeza para tratra de verla y ella no estaba allí. habia sin embargo una niebla espeza, casi nada de luz, estaba cerca de su casa y corrio, lleno de miedo, cuando llego a su casa, tocó la puerta con gran insistencia.

Sus hemanas, Socorro y Chelo, más pequeñas que Horacio, querían hacerlo sufrir un poco, sabían de sus temores, por la llorona, y además por que en la mañana les había hecho enojar. Asi paso un buen rato, Horacio con su miedo, decidió subir al viejo tapanco, para poder entrar a su casa, sin embargo, no dejaba de voltear hacia el lugar donde dejo de ver a la señora , para ver si la veia , pero solo veia bruma, no olvidaba la cara de la elegante señora. Cuando logró entrar al tapanco, se dio cuenta que alguien habia quitado las escaleras.

Entonces, pego un grito, para pedir la escalera, pero antes de que sus hermanas lo pudieran ayudar él se lanzó al suelo, nada más por el puritito miedo que le daba, recordar la cara de la señora.


Al caer al suelo, sus hermanas que sabian que su hermano podía estar muy enojado, por no haberle ayudado a tiempo, no se atrevian a acercarce a Horacio, temiendo que les pegará.

Horacio no se podia levantar, se habia quebrado un pie.

Acercate tarada, le indicó Socorro, que invalida, desde la muerte de su padre, no podia ayudarle,

Chelo, que era muy pequeña, le llevó sus zapatos preferidos, y entonces Horacio se echo a reir.