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Hölderlin, el hombre que creció "en los brazos de los dioses"


Muerto el 7 de junio de 1843 en Tubinga, en la torre a orillas de Néckar donde le llevara su locura 1806, todo parece indicar que Johann Christian Friedrich Hölderlin perdió la cabeza por pedirle a sus semejantes más de lo que éstos son capaces de dar. "Jamás comprendí las palabras de los hombres, crecí en los brazos de los dioses", dejó escrito en una de sus odas el hombre que, pese a su largo desequilibrio, es considerado el poeta alemán más grandes del siglo XIX.


Nacido en Lauffen (Württemberg) el 20 de marzo de 1770, apenas contaba el futuro autor dos años cuando murió su padre. Siendo el principal empeño de su madre hacer de él un buen clérigo, serán sus escuelas las de los conventos de Denkerdorf y Maulbronn. Estudiante, por fin, de Teología en el Stift -una suerte de seminario protestante de Tubinga-, será entonces, mientras descubre a Kant, Spinoza y Rousseau, cuando trabará amistad con Friedrich Wilhelm Joseph Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.


Junto a los futuros filósofos plantará un árbol de la libertad al tener noticia de la revolución francesa, lo que le valdrá una reprimenda por parte de sus mentores. Ordenado pastor, empero, en 1793, nunca ejercerá su ministerio. Su religiosidad, estiman los expertos, tendrá expresión en sus versos. Así, a la sazón escribe nueve de los llamados por Dilthey 'Himnos a los ideales de la Humanidad', muy en la estela de uno de sus amigos de entonces, el poeta Friedrich Schiller -cuyo Himno a la alegría tanto nos recuerdan- vienen a cantar a la amistad, el genio, la juventud, la libertad y algunas otras cuestiones especialmente apreciadas en los años jóvenes.


Un todo indivisible


Camarada de la práctica totalidad de los grandes hombres de la cultura alemana de su tiempo -si a Schiller lo frecuentó en Jena, mientras seguía unos cursos dictados por Fichte; a Goethe y Herder los trató en Weirmar-, será Schiller quien, además de publicarle los primeros fragmentos de 'Hyperion' le proporcionará el empleo de preceptor en casa de Carlota von Kalb, la mujer que le ha inspirado 'Amor e intriga'. Pero la docencia no era la ocupación más adecuada para un hombre que concebía poesía y vida como un todo indivisible y soñaba con el resurgimiento de la civilización helénica, a la que dedicará su 'Hyperion' -hoy su obra más celebrada y una de la que ha conocido más versiones de cuantas la historia registra, en la que narra la triste experiencia de un joven griego que quiere combatir por la independencia de su país hasta que la barbarie de la guerra le sobrepasa-, cuya versión novelada completa apareció entre 1797 y 1799.


Recomendado, no obstante, por Hegel como preceptor de los hijos del banquero Gontard, en enero de 1796, Hölderlin parte a Frankfurt y se instala en casa de éste. Una vez allí no tardará en enamorarse perdidamente de su mujer, Suzette. Viendo en ella el ideal de "belleza griega" la convierte en la Diotima de sus versos. El comienzo del desequilibrio del poeta, bien puede datar de 1798, cuanto se ve obligado a abandonar Frankfurt e interrumpir su relación con Suzette. A partir de entonces, todo parece indicar que nada satisface a Hölderlin. En 1801, tras haber residido durante los últimos dos años en casa de un amigo en Homburg, se emplea como preceptor de los hijos de un comerciante en Hauptwyl (Suiza). Sólo permanecerá allí tres meses.


Atrapado por la esquizofrenia


Schiller no puede o no quiere proporcionarle el empleo de profesor de griego en Jena que su viejo amigo le solicita y Hölderlin se coloca en casa del cónsul de Hamburgo en Burdeos. Abandona su nueva residencia en mayo de 1802 para regresar a Alemania andando. No hay duda: su razón ya está horada por la esquizofrenia. Cuando de regreso a la patria su amigo Isaac von Sinclair, el mismo que le acogiera en su casa de Homburg, le procura un puesto de bibliotecario, el desequilibrio que padece el poeta le impide aceptar.


Recluido en el manicomio de la Universidad de Tubinga, el doctor Autenrieth dictaminará que la locura de Hölderlin es benigna y confiará su custodia a un ebanista de la localidad, un tal Zimmer, quien lo recluirá en la torre referida anteriormente. Allí, sin más compañía que un piano desafinado, en él que muchos han querido ver una metáfora de su razón, Johann Chrisitan Friedrich Hölderlin pasaría el resto de sus días escribiendo extraños versos que firma con el nombre de Scardanelli.

Texto agregado el 20-05-2005, y leído por 280 visitantes. (1 voto)


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