"Los altisimos vendran a ti", susurro en su oido la cálida briza de su voz antigua, guardada en el baul de los años.
Ella, contemplo conmovida la figura amada, mientras el sol naciente convertia sus largos cabellos blancos en finas hebras de oro.
Desperto cegada por la luz del sol, en medio de un doloroso suspiro.
El sol de la mañana repletaba la pequeña habitación y rebotaba sobre el espejo del tocador.
Se enrrollo entre las sabanas , ocultando su rostro.Deseando regresar al sueño con todas sus fuerzas .
-Anoche te soñe amor mio. Hace tanto que no te soñaba. - Músito con voz entrecortada.
Alli estaba el ,sentado en medio de la plaza vacia. Bajo el amparo de los inmensos tilos estremecidos por la briza otoñal.
Sus pies pequeños la llevaron hacia el , mientras sus cabellos, eternamentes largos danzaban al viento. Ella era liviana y agil nuevamente.
-Esperaba tu llegada.- dijo su amada voz.
-Años que esperaba volver a verte mi amor.-
replico ella con quebrada voz.
-Juntos nuevamente.- recitó el sonriendo somñoliento.
Miles de hojas llovieron sobre ellos.
El sol lastimaba sus ojos y lloró amargamente.
-Estoy sola, sola sin ti......- gimió
-No, no estas sola : "Los altisimos vendran a ti.-
_¿cuando?- alcanzo a preguntar , pero no obtuvo respuesta. Un haz de luz cego sus ojos y la arrebató despiadadamente de aquel dulce sueño.
Nuevamente se cobijo bajo las sabanas como una pequeña niña.
Esa mañana no tubo fuerzas para desayunar.Estaba ansiosa , solo deseaba que oscureciera pronto para volver a dormir.
Vago por la casa enfundada en blanco camison de seda que vistió especialmente para la esperada noche.
Sollozo repetidas veces ,nientras peinaba sus delicados cabellos.
No hizo el menor caso del teléfono que se hizo escuchar trepetidas veces aquel día.
El sueño vino por fin a sus cansados ojos grises.
La aterciopelada noche la abrazo tiernamente.Su mano fría cruzo el umbral de las tinieblas ...
sintió crujir a sus pies desnudos las hojas secas de los tilos. El corazón le dio un vuelco doloroso y asfixiante al ver la silueta de su amado.
Los tilos se estremecieron.
- Vamos .-Músito El, alcanzandole la mano.
Nunca ella fue más feliz que cuando sus manos se encontraron. Produjo en ella un descanso eterno.
Se sintío joven nuevamente, bella y eterea.
Se fueron caminando lentamente, mirandose a los ojos y cruzaron la espesa niebla de todos los tiempos...
A la mañana siguiente, la encontraron sobre la cama, vestida de blanco camison, fría, muy fría. Sonriendo con dulzura infinita ,sus manos aferradas al retrato de su amado esposo, mientras el sol otoñal convertia sus blancos cabellos en finas hebras de oro.
Miles de hojas secas cubrian sus desnudos pies.