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“El sueño de Po”

Anochecer, lamento, dolor; la oscuridad envuelve los enrevesados y tristes recuerdos de Po. Hace tan sólo unos días que había recibido las malas nuevas y recordaba aquellos bellos momentos al lado de su amada Zaí. Ella, a la que ningún ser pudo besar jamás, más que él, no podía haber muerto, era algo que ni en la más remota de las posibilidades de la inmensa llanura pudo haberse imaginado; pero sí, sucedió, y era algo que le taladraba hasta lo más profundo de su ser.

Se conocieron cuando niños, él, tímido, callado, siempre guardando un perfil bajo, pero tras de ello guardaba un enorme potencial humano, que no era ajeno para las pocas personas que intimaba; ella una rebosante y extrovertida niña, privilegiada en cuanto al trato recibido en todos los lugares que visitaba, hija del Comanche, el más temido y rico de la comarca.

El anhelo del clan Tiznado, que era la familia de Po, era ver a uno de sus integrantes convertido en todo un militar de alto rango, cosa que a él no le agradaba mucho. Sin embargo todas las esperanzas de su clan se cifraban en Po, pues sus hermanos por uno u otro motivo, jamás siquiera intentaron tomar ese rumbo. A Moro el mayor, el campo y la bebida lo sedujo hasta convertirse en el mejor en cada una de estas áreas, y aunque muy exitoso en el cultivo, muy exitoso también en el consumo de vino, cosa que repercutía en su economía, lo que aparecía como ganancia, se iba como borracheras. El segundo, Fédor, aunque brillante en las matemáticas, lo que para él más que una cualidad era un defecto; se inclinó por los viajes, iba y venia sin un rumbo fijo, siendo siempre su paradero final Torreón, la comarca local, sus padres vieron en él a un próspero comerciante por sus cualidades matemáticas y sus gustos por los viajes, lejos estaban de saber que ello era motivado por el desaforado apetito romántico de su hijo, cual marinero, “dejaba un amor en cada puerto”, y esto ya los tenia acostumbrados a lidiar con una y otra supuesta esposa de Fédor. Marcus, el deportista de la familia, ni siquiera pisó escuela alguna, a pesar de las súplicas de sus padres; entre todos los deportes, la caza era uno de sus favoritos, recorría la llanura todas las mañanas en busca de los mejores venados para venderlos, o para dárselos al Comanche, pues de él era siervo. Alguna vez atravesó el río Putu a nado limpio de una orilla a otra, sorteando obstáculos y pirañas que abundaban en sus aguas en busca de la “quina” para curar un grave mal que padecía el Comanche, desde ese momento su hazaña fue conocida a kilómetros, a lo que su jefe no correspondió más que con una mirada de agradecimiento que muy pocas veces se le vio.

Juntos cursaban la Básica, hasta que al terminar ésta, Zaí tuvo que abandonar la comarca para estudiar la Media en la ciudad. Durante el lapso de la Básica, jamás cruzaron palabra alguna, salvo la vez en que ella lo encontró sentado en su pupitre favorito, exigiéndole muy despóticamente que se retire, a lo que él contesto con una mirada de aquellas que más tarde lo caracterizaría. Esta escena jamás se borraría de la mente de ambos; en el caso de él, su ira siempre contenida, se volvió hacia ella, pero a la vez abrió una brecha en su corazón, esa belleza indomable lo sedujo, pero no lo podía aceptar. Zaí sin embargo luego de lo acontecido sintió algo que no se podía explicar, sería sentimiento de culpa, remordimientos, misterio por aquel niño, impacto por esa mirada, o que era?; no sabía, lo cierto era que nunca más pasó Po desapercibido para ella, pero mantenía la orgullosa posición de no hablarle.
En los 5 años siguientes al viaje de Zaí, Po se dedicó por todos los medios en llegar a ser un gran constructor. ¡Un Ingeniero!, era lo que se repetía en su mente cada vez que veía al horizonte; y en toda la Media, no dejo un momento de planear que era lo que tenia que hacer para concretar sus planes, para ello tendría que viajar a la ciudad?, vería a Zaí?!!, le emocionaba en silencio esa idea. Sin embargo la realidad y lo que pasaba a su alrededor, hacían de él un ser frustrado, y aunque cambió y ya tenia amigos nadie imaginaba lo que iba por dentro suyo, toda una marejada de impotencia y rabia por no poder tener los medios para lograr sus ideales. Sus padres y hermanos, empobrecidos y conformados con aquello que les brindaba la comarca y el Comanche, no veían más allá de sus ojos, Po se mantenía en comunicación con un amigo suyo de la ciudad, TaeK, hijo de un ex Alcalde, con quien también curso la Básica, era una amistad entrañable, se conocían de cabo a rabo, las desgracias de uno la padecía el otro y así TaeK ponía al tanto a Po de los estudios, las escuelas, los avances científicos, y todas las novedades urbanas, y aunque Po siempre tuvo ganas de averiguar acerca de Zaí, jamás se atrevió a preguntárselo. Taek conocía muy bien la situación de su amigo por eso lo alentaba a luchar por sus metas, con trabajo lograría conseguir su viaje y estudios, y aunque él nunca se lo dijo siempre tuvo la idea de ayudar a lograrlo, aún no sabia como, pero lo haría.

Zaí curso la Media sin contratiempos. Siempre cortejada, nunca dio el brazo a torcer ante su idea de no tener nada con nadie, siempre y cuando no sea de su nivel, guapo y muy popular. La Superior la cursó en el extranjero, estudió veterinaria. Jamás pensó en volver a Torreón, la comarca, ella salió detestando el lugar y juro nunca más volver. Al graduarse, en plena ceremonia de graduación se enteró de algo fatal, el Comanche fue embestido por un toro semental de su hacienda, murió a los 3 días. Su dolor se limito a una pena muy remota. Nunca fue buena la relación con su padre, siempre recordaba cuando una vez, a los 6 años, ella entró en la habitación de su sierva y muy sorprendida encontró a su padre levantándose de su lecho, al verla éste le increpó – ¿qué diablos haces aquí?, ya te dije que nunca debes reunirte con esta gente, vete! – acto seguido una bofetada la estrelló contra la puerta; y aunque jamás conoció a su madre, aquella india era muy querida por ella, Mamaíta la llamaba. Desde ese momento la relación padre – hija tuvo un punto de quiebre, el Comanche la prodigaba de cosas materiales y caprichos para saldar esa culpabilidad que lo agobiaba, pero nunca salió de su boca disculpa o explicación alguna, lo que ella tomo como desamor de su parte. En tanto Mamaíta, jamás volvió a pisar la casa, limitándose solo a atender a los siervos de la hacienda.

En Torreón, las cosas siempre seguían igual, por un lado la gente en sus quehaceres habituales, y por el otro la silenciosa y secreta lucha de Po contra todo aquello que impedía su sueño, se dedicaba a labores de la casa, agrícolas, hacía dibujos y bocetos de construcciones nunca concretadas, y uno que otro oficio eventual para solventar sus gastos, así, pensó, lograría reunir el dinero suficiente para lograr su viaje a la ciudad y sus estudios. Vaya que incrédulo, su pago mensual, al cambio en la ciudad solo le podía alcanzar para vivir máximo una semana a duras penas, a pesar de ello él seguía intentándolo. Sus amigos muy rara vez lo persuadían para salir a alguna fiesta, aflorando muy pocas veces un lado oculto de él, el desenfreno y una desbordante ganas de divertirse, hacían traslucir en esos actos una tristeza y sufrimiento reprimidos que exteriorizaba en aquellas pocas ocasiones. Esta situación lo tornaba aún más misterioso para las jóvenes que se fijaban en él, se había convertido en un apuesto mestizo, aunque de rasgos fuertes y tez oscura, esa mirada suya, penetrante y que decía mucho de lo que con ella quería expresar, era algo que atraía mucho. A pesar de ello, Po nunca se embarco con alguna de ellas, salvo aquella vez en que Milo y Flo, amigos de barrio, lo embriagaron y llevaron con engaños a una conocida casa de citas del lugar.

Fue una tarde de verano cuando ocurrió, estando atendiendo las casi vacías caballerizas de su padre, lo llamaron del teléfono local, recibiría un mensaje. Cosa rara en la comarca, en el poco tiempo que tenía el teléfono en Torreón, jamás nadie llamó a Po, ni siquiera Taek, que por cierto no se entero de esto, pues él nunca se lo menciono, y Po era la única conexión con su antigua comarca. Pero quién sería, ¿tal vez una broma de alguien?, ¿se habrían equivocado?, lo cierto era que Po se acercaba con molestia más que con curiosidad o alegría de que lo llamaran. Llego, se detuvo, cogió el auricular, y lo que escucho lo petrifico, esos ojos penetrantes se dilataron con la mirada puesta en el horizonte que se veía a la ventana, ¡horizonte!, sí, eso que tanto anhelaba se le hacia realidad justamente de la manera en que lo concebía, mirando al horizonte. Aún no reaccionaba cuando por tercera vez se le preguntaba si aceptaba, y eso lo volvió en sí, y con dificultad pronuncio un sí a todo. Colgó y miro a su alrededor, la sucia pulpería, el caliente sol penetrante de la calle, todo lo veía nublado, el mozo que ahí atendía le preguntó si se encontraba bien, el respondió con una simple sonrisa afirmativamente mientras las lagrimas y un enorme rebose desbordaba su pecho y tenía ganas de gritar, llorar, saltar, no sabia que hacer, lo primero que hizo fue ir al Putu, un acantilado ahí veía al horizonte, grito con todas sus fuerzas, y lloro su pena de no tener con quién compartir su alegría.

Mr. Smith, Maestre de la Copucci, importante centro universitario de ingeniería de la ciudad, lo había llamado para comunicarle que su solicitud de subvención de estudios al 100% había prosperado, que sería bienvenido en una semana para empezar con su carrera, siempre y cuando trabajase en labores afines, a manera de contrapeso para sus propios gastos. Se preguntaba que pasó, él jamás envió algo así, era consciente de sus limitaciones, y solamente imaginarse estudiando gratis, con hospedaje y alimentos subvencionados, hacían renacer en él las ganas de ver su sueño hecho realidad. Lo único importante era arreglar todo en la comarca, sus documentos, sus padres, su familia, su trabajo; al diablo con todo pensó, jamás nadie se preguntó que quería yo, por que ahora debía de pensar en ellos. Al fin sus buenos sentimientos hicieron que explique a su familia lo que acontecería con él, a lo que ellos respondieron con cierta incomodidad y resignación – está bien, si eso es lo que quieres -, enfadado pensó que aún en lo mejor de su vida, su familia era egoísta con él, y solo pensaban que eran dos “manos” las que se alejaban. Emocionado escribió y llamo a Taek, quería contarle lo sucedido, vanos fueron sus intentos, él no respondía. Así, solo despedido por Milo y Flo, partió, con tristeza por lo de su familia, pero con un orgullo incontenible en su pecho.

Taek no quería saber de Po hasta que éste llegue a la ciudad, él fue el artífice de aquel premio. En algún tiempo atrás, él le pidió, conociendo la afición y talento de Po, que le enviara unos dibujos para unas construcciones que pensaba hacer su padre, que por cierto era gobernador en la ciudad, y éste se sorprendió sobremanera al ver esos bocetos, que aunque no tenían características técnicas, tenían un diseño muy estimable, así, pensó, que por ahí podría ayudar a su amigo a lograr su sueño. De esta manera persuadió a su padre que tramite una subvención de los costos de estudios por toda la carrera para Po, argumentando su gran talento, sus ganas de trabajar y estudiar y sus muy limitadas condiciones económicas, para muestra estaban sus dibujos; a lo que el gobernador influenciaría aún más con su investidura. Lo intentaron en tres semestres, tras los cuales ingreso como Maestre de la escuela Mr. Smith, un hombre de mayor amplitud de pensamiento, para quién el talento debe de apoyarse en todos los estratos, así no provenga de buena posición social, para ello aún en contra de los estatutos de la Copucci, acepto la petición para Po, reconociendo el talento en un hombrecillo de la comarca. Era algo muy inusual.

Al pisar por primera vez la ciudad, no sabia como pero su mente evoco a Zaí, ¿ella estaría ahí?, tal vez la vería, ¿estudiaría en la Copucci?, iba camino a la casa de Taek y veía en cada chica el rostro enfadado de Zaí aquella vez cuando niños lo saco de su pupitre, era el recuerdo más claro que tenía de ella, y esta vez si que se atrevería preguntárselo a su amigo, que más da, ¡iba a ser ingeniero!
El encuentro de los amigos fue muy emotivo, Taek y Po se confundieron entre lágrimas y sonrisas, a lo que Po pensó que él ya sabia de su logro, pero Taek había decidido callar su parte, y jamás le mencionaría nada.
Así se embarcó Po en su ascendente carrera, entre libros y labores conoció la manera de vivir en la ciudad. Las mujeres, muy presentes en su escuela, no influenciaron mucho en él, seguía un tanto huraño en este aspecto, y sin dejar de lado su masculinidad, muy pocas veces se embarco en romances, los que sí fueron muy fugaces. Y así pasaron 5 años estaba a puertas de graduarse, y las ganas le embriagaban por volver a Torreón, anhelaba volver a ver el horizonte de la comarca, respirar su aire y ver a su familia.

Zaí mientras tanto, enterada de la muerte de su padre y por cuestiones de trabajo se embarcaba de regreso, llegó a la ciudad y tuvo una gran sorpresa. Por esos días se emprendió una remodelación en el aeropuerto por lo que se convocó a los mejores profesionales, definitivamente tuvo que estar presente Po, quién dirigía el proyecto. Emocionante y confusa fue la imagen que éste observo a través de las ventanas, no lo podía creer, su infancia afloraba por los poros, era ella, Zaí la que aparecía a sus ojos, ¡no lo podía creer!, sus ojos se dilataron al horizonte, que era la visión de ella. Quería correr y decirle que siempre la recordó, que él era al que sacó de su pupitre en la Básica; yo soy Po, mírame, sin embargo como siempre, no pudo sacar a flote sus deseos y solo se limitó a observarla. Mas no reparo en el hecho de que ella sí se dio cuenta de él y aunque no lo reconoció de inmediato, al darse cuenta de su presencia, lo miró y observó su mirada, de inmediato se turbo por lo profundo de ella, parecía que le quería decir algo, “te amo”, “te quiero”, “acércate”, que cosa para más extraña, pero le parecía conocido, hasta que recordó a Po y le vino a la mente la escena del pupitre, y una melancolía la invadió, sentía que deseaba acercársele, hablarle, preguntarle que ha sido de su vida, pero no lo hizo.

Así transcurrió un mes, sólo faltaba 45 días para la graduación de Po, sentía que su sueño por fin se haría realidad, y de repente le comento a Taek de Zaí, de todo lo que la había recordado, de lo que pasó en el aeropuerto, que siempre quiso preguntarle acerca de ella y que nunca se atrevió; pero Po no estaba enterado que Taek sí sabía de Zaí, y que en la ciudad ellos se estaban viendo, pues eran amigos también, además Taek también era veterinario y compartían muchas aficiones, clubes, restaurantes, etc. A pesar de estar próximo de hacer realidad su más grande sueño, Po sentía que aún le faltaba algo para ser feliz, y ese algo se llamaba amor, encarnado en Zaí, y aunque no se hacia ilusiones con ella, pues sabia de su carácter y su forma de vida, la posibilidad de lograr una buena posición por su profesión le daba una mínima esperanza, por eso pidió a Taek que lo ayudase y una vez más su amigo se adelanto a los hechos, le había contado a ella de todos los logros de Po, de cómo lucho en la comarca para salir adelante, de su talento, y sin traicionarlo, le comento que él siempre la había recordado, a lo que ella solo contesto con una simple “¿de veras?”, y una sonrisa cómplice. Desde ese momento Taek supo que su amigo si tenía esperanzas, y que él no era indiferente para Zaí.

Po se graduó con honores, recibiendo propuestas de trabajo de todos lados, pero algo lo sedujo, un proyecto para la construcción de caminos en su comarca lo atraía, y de inmediato se puso manos a la obra, no sin antes hacerle una invitación a Taek para ir juntos, éste acepto, pero después, pues sus obligaciones le impedían en ese momento hacer el viaje. Desde que salió de la comarca, Po, solo supo de su familia en dos ocasiones, la primera, a los dos años de estadía, era para pedirle dinero, su padre había perdido las caballerizas en un incendio; y la segunda, por la muerte de Moro, su hermano, en una disputa en la cantina de la comarca. Por su parte él se canso de llamar y escribirles sin recibir más que unas contadas respuestas.

Al llegar a Torreón lo primero que hizo fue visitar la tumba de su hermano, quién a pesar de todo había sido con quién más se comprendió y a quien más quería, posteriormente llegó a su casa y fue recibido con mucha algarabía por sus vecinos y familia, todos menos Fédor, de quién no se volvería a saber más. Así transcurrió un mes. Mientras tanto en la ciudad, Zaí se entero por Taek que Mamaíta se encontraba grave, que Po se lo había contado, y para revisar sus posesiones de la comarca, la hacienda y sus ganados, tendría ese viaje que ser necesario, además la presencia de Po, que ya le turbaba la mente, le ponía un toque especial y encantador a la visita. Ella sin darse cuenta, había ido dejando crecer un recuerdo lejano hasta convertirse en un sentimiento real, y eso la enfadaba, pero no podía negar que le atraía el hecho de poder volver a ver a Po y al fin hablarle quizás podrían llegar a ser algo más que amigos.

Al fin el tiempo llegó, ya en la comarca, después de ver lo relacionado a su hacienda salió a recorrer la llanura y oh sorpresa pasó por aquel lugar junto al Putu, y lo vio, ahí estaba Po observando el horizonte, silenciosamente bajó del caballo y apuro el paso al filo del río con un apresurado latido en el pecho jamás sentido antes. De pronto una brisa soplo el rostro de Po, instintivamente giro y de repente se le detuvo la respiración, se sentía desfallecer, la dureza de su cara dio paso a un hormigueo que le recorrió desde el rostro hasta sus pies. Zaí su recuerdo profundo estaba ahí mirándolo, en carne y hueso, la creía una alucinación producto de la tristeza de su alma; pero no, era cierto ella estaba ahí, no lo podía creer. Zaí ahora recordaba con lujo de detalles aquella mirada que la impacto de niña, y rememoro lo dicho por Taek acerca de lo atractivo, misterioso, y profundo de su mirada, y de todo lo que Po significaba para las chicas de la Copucci, y que él neciamente se negaba a aceptar. Esa mirada que le revolvía hasta las entrañas la tenía al frente suyo y se sentía como en el paraíso. De pronto el trinar de una bandada de pájaros los despertó del trance y ella se acercó, él temblaba, pero su duro rostro lo enmascaraba, y dijo hola, a lo que ella respondió con una expresiva sonrisa, y le contestó ¿me esperabas?, él se turbo aún más, no sabia que decir, ella le sonreía, y él se sentía como burlado, ¿que quería aquella ricachona al lado suyo?, si siempre lo había rechazado, estaba enfadado y no sabia que hacer. A pesar de ello sentía que algo ahí le obligaba a tomar decisiones drásticas, esa belleza y su acercamiento no le podían ser ajenos, él sentía en su mirada que sus sentimientos hacia ella podían ser correspondidos. De pronto y con una fiereza salvaje y delicada a la vez la tomo de las manos y la besó, sintiendo que no era él, que no era ella, que eran almas vagabundas en las puertas del cielo, era algo inconcebible hasta antes de ese día, y sin embargo sucedió, el primer forcejeo vino seguido del correspondiente abrazo, luego ambos se fundieron en un éxtasis de amor y felicidad, y sin decirse más cosas que con su mirada, pasaron el resto de la tarde allí juntos, abrazados, como si el tiempo se hubiera detenido para ellos, como si los 10 años sin verse no hubiesen transcurrido nunca, y como si en su niñez hubiesen sido los mejores amigos. Al anochecer ella se despidió, y él mortificado por lo que le diría, se sorprendió aún más al escucharla que aquello era algo que ella también había estado anhelando, y le dijo que de hoy en adelante nada los separaría, ya habría tiempo para conversar de sus vidas y conocerse más, lo importante era que aquel amor de repente, estaba ahí y era una realidad, que ellos lo sentían, y nada ni nadie podría llegar a separarlos.
Milo y Flo, sus amigos de siempre celebraron por la noche la noticia de Po, y él comentó sus intenciones de reflotar la vieja hacienda de sus padres, como un motivo más para quedarse en la comarca con Zaí, no contaba con que Zaí había ido dispuesta a quedarse y trabajar en la comarca, iba a inyectar capital en la hacienda del Comanche, y ella con sus conocimientos veterinarios, se dedicaría más a la ganadería, todo un proyecto de vida en torreón. Ella aún no podía creer lo que estaba haciendo, después de detestar por tanto tiempo aquel atrasado lugar, ahora se convirtió en el sitio más bello del mundo, y pensaba ahora quedarse junto al hombre que antes le era insignificante.

Así es el amor, nadie planea lo que manda el corazón, dos seres tan diferentes y a la vez con tanto en común que el destino se encargo de unir, ahora se encuentran en el lugar que ellos menos se lo esperaban, para Po su sueño estaba a punto de consolidarse al casarse con Zaí; para ella era el fin de una vida vacía superflua, materialista, y aunque recorrió el mundo y conoció muchos pretendientes, nunca tuvo nada con nadie, ahora ese lugar y ese hombre era lo que siempre había soñado. El hermano y la mamá de Po le llegaron a tener gran cariño en los 2 meses que llevaban de romance, pues antes era detestada por casi todo el pueblo, pero no se lo demostraban por temor a su padre, el Comanche, quién luego de su muerte, legó toda su fortuna a su hija. Desde ese instante la comarca vivió mas tranquila, a los parientes de Zaí que manejaban la hacienda poco les importaba el destino de ésta, y de ser la más prospera de la llanura, paso a ser una de las más descuidadas, y no se inmiscuían en los asuntos de la comarca.
La madre de Po, decrépita ancianita, se sentía feliz por su hijo, cuando menos a la vejez se le prendió el corazón conmigo, pensaba Po.
La visita de Taek a la comarca dio por satisfecho el anhelo de hacer realidad el sueño de nuestro amigo, por un lado, se graduó como un gran ingeniero reconocido en toda la región, por otro se casaría con la mujer de su vida, y además recibía a su mejor amigo, que más podía pedir.

A la mañana siguiente de la visita de Taek, él y Zaí fueron a ver el ganado, acudieron al llamado de sus siervos, el viejo semental de su padre, en otra de sus conocidas embravecidas, se había desbocado y no lo podían controlar, incluso pensaron en sacrificarlo pues la gente corría peligro. Por sus conocimientos, los dos amigos decidieron colocarle una inyección con un disparo, lo que se llevó a cabo con éxito, pero la inexperiencia en aquellos lugares los hacía desconocer el carácter indómito de aquellos animales, y su astucia para atacar. Ellos se acercaron al verlo inmóvil, sin embargo ante la proximidad, la bestia de un brinco busco embestirlos, ante ello los siervos reaccionaron con tiros, pero tarde fue la reacción, al caer desfallecido el animal, yacía bajo suyo Zaí, con los ojos abiertos y la mirada perdida en el horizonte.

En aquel mismo instante, Po que dirigía las obras de los caminos en las afueras de la comarca, sintió aquella misma brisa que golpeo su rostro el día del encuentro con su amada, sin embargo esta vez llegó cargada con un frío que recorrió todo su cuerpo, produciéndole una angustia y un dolor en su pecho que no se lo podía explicar, dejo todo, y pensó que podía ser alguna corriente de aire, pero aún persistía ese dolor y desde el fondo de sí salió un horrible presentimiento por su anciana madre, corrió y la encontró restregando su ropa como todos los días, de repente salió de su casa y observo el cielo, se veía oscurecido y le producía gran tristeza, de pronto se acordó de Zaí, antes de pensar en algo ya estaba en camino a la hacienda, en el trayecto veía movimiento de los veterinarios y todos acudían a la hacienda y se veían preocupados, hasta que vio al médico presuroso en llegar antes que él, y con el corazón en la mano llegó. El primero en recibirle fue Taek, y tan solo con mirarlo supo de la desgracia, sin siquiera preguntarle la buscó, por aquí y por allá, corría como un loco, los presentes se limitaban a mirarlo se notaba en él, la desesperación de un hombre que sufría.

Po no sentía su cuerpo, sus piernas se desvanecían, sentía un gran vacío dentro de sí, a la vez un dolor y angustia de no saber que había pasado, su temor era de que se haga realidad lo que estaba temiendo, y sin embargo lo que veía lo hería cada vez más, su llanto silencioso era delatado por aquellas lágrimas que brotaban como un manantial sin control; hasta que quedo inmóvil al ver lo que tenía ante sus ojos, era la imagen desgarradora de su amada, inerte y recogida por varios siervos suyos, se quedó paralizado un instante, a lo que seguido a ello se estremecieron hasta los cimientos de la casa hacienda, por sus gritos de dolor, delicadamente arrancó de las manos de los siervos el cuerpo de Zaí, la recostó suavemente en el suelo y cerro aquellos ojos que quedaron con la mirada pérdida en el horizonte con una tierna caricia; lamentó y gritó con desesperanza su desgracia, maldecía a la vida por haber jugado así con él, mientras se mantenía aferrado en un abrazo al cuerpo de ella, se desvaneció, y un silencio sepulcral envolvió la comarca entera.

Al tercer día despertó y vio a Taek a su lado, sí, su gran y único amigo, jamás se alejo de él, trató de reconfortarlo pero era vano todo intento por ayudarlo, de repente sin decir palabra alguna salió y busco su sitio en el Putu, aquel lugar junto al río que cuando niño evocaba hacer realidad algún día su sueño, y que hace poco se convirtió en la bendición que necesitaba para ser completamente feliz. Ahí estaba sentado mirando al horizonte, su rostro era golpeado una y otra vez por aquella brisa, que parecía que la naturaleza quería sobreponerlo con el recuerdo de su amada, mas sin embargo la dureza de su mestizo rostro recrudecía, y el dolor de su corazón desbordaba por sus ojos a manera de lágrimas que herían la roca a cada uno de sus golpes.

Pensó en todo lo que había pasado en su vida, su pobreza, la incomprensión de su familia, sus ganas de salir adelante, ¡de cumplir su sueño!, y reflexionó en el amor que se presentó tan efusivamente, y que lo colmo de dicha, y que ahora, así como apareció, desapareció haciendo de él el ser más infeliz sobre la faz de la tierra, y en silencio pensó:

- ¡Jamás se podrá hacer realidad “el sueño de Po”! -

Desde ese día siempre regresaba a mirar el horizonte desde ese lugar y se convirtió en una sepulcral rutina, siempre a la misma hora, y ocurriendo lo mismo: Anochecer, lamento, dolor; la oscuridad envuelve los enrevesados y tristes recuerdos de Po……………………………………




FIN.

Texto agregado el 17-05-2005, y leído por 97 visitantes. (0 votos)


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