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Inicio / Cuenteros Locales / gretta / De un día que se nos ocurrió llover

[C:106336]

Y entonces,
Como un águila se nos vino encima
Y nos estrelló la piel.
Nos despertó una serpiente con una escAma.

Sentimos la picadura palpitándonos el pecho
Fuerte, enErgico, fuertE.
Masticándonos aquí, adentro
Fuerte, enérgIcO.
Desmayo, fallezco, me muerdo, me lamo,
Después, me mastico.
Deslizo mi mano tibia, tímida y raspante
Por el rostro vaporoso
Cansado, serio,
Y la espalda le lame el torso a la garganta seca,
Dolorida, arañadA.
Y los labios ásperos,
Serios y exageradamente trágicos,
Hediondos a HoJaraSca
Suavemente roñosos,
Como la piel de la roca
Mirando sediento desde una lejanía al mar, sediento.
Y estábAmos todos así,
Todos tocados,
Todos picados por la rabia desde el pEcho,
Y sufríamos todos juntos,
Al mismo esfuerzo,
Y me lloraba la espalda,
Y me rasgaba el labio
Y me gruñía el pecho.
Y estaba como caverna,
Y rugía como el viento corriendo en la caverna,
Onda, oscura, fría,
InMenSa.
Hasta que lloramos esforzadamente,
RaspantemEnte.
Y nos tacábamos
Y nos sentíamos hoja,
Nos sentíamos todos miErda acá adentro,
Sin poder hacer nada,
Éramos tristes,
Como los ojos del niño que murió allá, tan lEjos.
Y el se movía,
Palpitaba y se quejaba,
SiniEstRro.
Estábamos asustados y nos creíamos al miedo,
Y llorábamos y nos quejábamos
Y llovía por ahí, hacia abajo en la nariZ,
Y nos llovían también los ojos,
Es que ellos también estaban tristes, pegados, llorAntes.
Y hErvíamos por la RaBia,
Y nos tocábamos el fondo
Seguíamos, corriendo a ratos,
Entre el llanto húmEdo, silente, furibundo,
Mediocre, como son cAsi todos los llantos.
Y seguíamos así,
Hasta que despertó la grEtta,
Y nos gritó a nosotros,
No le importó que estuviéramos sensibles.
Nos gritó y nos secó las narices
Y nos escupió los ojos,
Y nos acarició el lAbio,
Y nos abrazó la espalda.

Y después ya no me vio,
Yo me escondí a llorar detrás de la rocA.

Y les ordenó seguir,
Y les acarició el cuello,
Y les lamió las lágrimas,

Mientras, yo la miraba desde la roca y nO le decía nAda.

Les susurró que le dolíamos,
Que le AcalambrÁbamos el pElo.
Tuvieron que seguir,
Aunque el pecho no la escuchaba,
Quizás porque era demasiado hondo
Demasiado oscuro, dEmasiado pecho.

Y todos la sIguierOn,
Y el pecho aún seguía gruñendo, palpitAndo.

Yo miraba,
Y lloraba dEsde atrás de la roca.

Mientras, las olas bailaban,
Allá, lEjOs.


Texto agregado el 16-05-2005, y leído por 128 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
18-08-2006 eres una de las autoras más originales que he visitado. ojalá que la roca de la que hablas exista. BrayestCifher
23-05-2005 a mi me parece bien quiza nuestras verdades no necesiten de "filtros" para convertirse en poesía...la verdad no mas po' ***** Lizard
 
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