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Aquellas pequeñas cosas

Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.


Aquellas pequeñas cosas.
Joan Manuel Serrat.


Esta vez lo hicimos mejor, embarcamos nuestros bártulos en un camión que iría directamente a Pacasmayo y nosotros viajamos como marqueses…. en ómnibus interprovincial a Lima y de allí al puerto de Pacasmayo, atrás quedaban todas aquellas pequeñas cosas, como amigos que no vería jamás, mujeres que no volvería a amar, recuerdos que no me recordarían.

La mujer del Jinete sin Cabeza que fue mi primer adulterio y nunca pude olvidar, quedo atrás en un viaje sin retorno; Tania feliz con su primogénito, un machito que algún día romperá corazones como lo hizo su “tío” Arturo; Chelita llorando en la noche de nuestra despedida, saciada de sexo en el aula vacía; Lola charapa de edad indefinida, enamorada del amor carnal, profesora sexual emeritus y en pie de guerra; los amigos; las amantes; la heladería y Teresa Sanabria linda galleguita que se me escapo de las manos (creo que tontamente la deje escapar); Mario esforzado compañero de colegio tratando de conseguir una vida mejor, que reencontré ocho años mas tarde; la familia Rut; Cultivos Varios; La Selva Verde; la Aldea y todo quedo atrás.

Llevaba conmigo lo mas importante; mi bicicleta que vendí al muy poco tiempo, mi Carabina .22 que conserve por muchos años y mis recuerdos que aún atesoro, aunque esfumándose lentamente como aquella vieja fotografía, que el alemán hijo de puta se impone en empañar.

Esta vez no les contare el viaje y les haré soporífera la lectura, baste decir: partimos de Tingo Maria y llegamos a Pacasmayo.

Nuestros muebles y bártulos llegaron al día siguiente; esa noche una vez más, como gitanos creciditos…. Dormimos en el suelo.

-A Dios se le pide sueño y no cama en que dormir. Solía decir mi madre.

El Lunes temprano nos dirigimos mi padre y yo al Colegio Secundario Andrés Razuri, para el traslado de matricula, todo fue sobre ruedas y fui asignado al Cuarto A, al día siguiente empecé a viajar diez kilómetros de ida y diez de vuelta de Pacasmayo a San Pedro de Lloc, que era la capital provincial.

En Tingo Maria el colegio era conducido por profesionales de la Estación Experimental con muy buena voluntad, pero sin formación magisterial, me encontré que yo estaba como un año atrasado en estudios, en comparación con los alumnos de San Pedro, pero estaba quince o veinte años adelantado en vivir la vida.

Yo los consideraba muy niños y ellos me consideraban muy bruto, esta relación iba deteriorándose cada vez mas, hasta que por fin durante un recreo, se me presento Dios.

-¿Cómo te llamas? Me pregunto, era relativamente bajo y flaco, vestía el mismo uniforme caqui de todos los alumnos de Colegio Estatal en el Perú.

-Soy Arturo Gazzo!

-No pareces charapa. Afirmo.

-No soy de la Selva, yo soy Italiano!

-¿Pero vienes de la Selva? Pregunto, como para estar seguro.

-Si vengo de Tingo Maria! Ya me estaba cansando de tanta pregunta tonta y listo para responder mal.

-¿Quieres entrar a la pandilla? Me pregunto.

-¿Cuál pandilla? Me puse en guardia no vaya a ser algo malo.

-Un grupo de jóvenes de nuestra edad todos del puerto de Pacasmayo, que nos reunimos para conversar y divertirnos. Me explico.

-¿Y tu quien eres? Le pregunte finalmente.

-Yo soy Dios. Contesto.

-¿Estas con ganas de joder? Exclame.

-No…. Yo soy Diosdado Villa, estudio en el Cuarto B, pero todos me llaman Dios. Era el hijo del dueño de la fabrica de Gaseosas del pueblo, a la que los muchachos llamaban Toxi Cola, de color amarillento, parecía agua de manzanilla con gas.

-¿En que te vas a Pacasmayo? Pregunto.

-En los Omnibus amarillos, de Velásquez.

-Algún día trata ir con el viejo Cueto. Me recomendó.

El viejo Cueto tenía una carcacha de la época de Matusalén, con carrocería de madera y los asientos todos desvencijados y cobraba lo mismo que la línea de Velásquez, de todas manera ya era muy tarde para cambiar y subí con Dios, adentro se encontraba El Pela, un flaco de dos metros siete centímetros, que decían lo tenia descomunal, pero lo que sobraba entre las piernas, le faltaba en el cerebro; pero como toda persona de corto entender, era fiel hasta la muerte con sus amigos. Intimamos casi inmediatamente.

El viejo Cueto estaba contando un chiste sobre el Doctor Brito.

El Doctor Brito, era el medico oficial de la Provincia de Pacasmayo, dentro de sus obligaciones estaban; atender gratuitamente a los estudiantes del Razuri en sus necesidades medicas, revisar a las Putas para asegurar que estaban libres de enfermedades Venéreas y firmarles el Libro, realizar las autopsias y extender Certificados de Defunción.

Según el viejo Cueto, la semana anterior a su matrimonio, el Doctor Brito tuvo que revisar a las niñas; entre ellas una rubia muy bien formada y nueva en el puerto; no pudo contenerse y tomo una muestra de los servicios de la niña; era tan buen Doctor que no se dio cuenta que la puta estaba enferma y agarro una Purgación de Garrotillo, que lo mantuvo erecto por una semana (hasta que la penicilina hizo efecto), como buen galeno postergo la Luna de Miel.


El viejo Cueto era muy ameno y dicharachero, lo que hacia el viaje de diez kilómetros mas entretenido, de allí en adelante preferí viajar con el viejo Cueto; se la había agarrado con el Doctor Brito y casi todos sus chistes eran contra el consabido Doctor.

-¿Qué vas ha hacer a la noche? Me preguntaron los dos.

-Nosotros nos reunimos en el Malecón todas las noches. Eso era una invitación.

Esa noche conocí a un muy heterogéneo grupo de personas que formaron parte de mi vida por los próximos dos años.

El Químico era mayor que todos nosotros, no estudiaba ni trabajaba, vivía de los royalties que Pulíton le remitía mensualmente por usar ceniza de pajilla de arroz en su producto, esto había sido patentado por el, por eso lo llamaban Químico.

Los Mellizos eran Chinos, hijos de don Benjamín y una dama Española, muy bien educados, casi no pertenecían del todo al grupo, pues no participaban de las correrías audaces.

El Pájaro Rosas, realmente el pajarito, porque su hermano mayor era el Pájaro, típico pendejito, bajito de complexión robusta, parecía un muñeco y tenia mucha aceptación con las niñas; luego descubrí que se vivía a su enamorada, cuya familia tenia una tienda de ropa y el andaba muy bien vestido.

A Dios y a El Pela ya los conocéis.

-¿Como quieres que te llamemos?
-Todos tenemos apodo
Me pregunto El Pela.

-En Tingo Maria, me decían el Tigre. Aclare.

-Viernes día de putas!
-
El Burro Mejia nos estará esperando.
Dijo el El Pájaro Rosas.

-Tigre, vamos a saludar a Rosita. Dijo El Pela.

Después me entere que Rosita era la que había iniciado el rumor, acerca de los treinta centímetros de El Pela.

-Yo invito. Dijo el Químico.

Y nos fuimos al Burdel.

Verano del 2003.

Texto agregado el 21-08-2003, y leído por 1394 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
22-07-2004 Como siempre aventurero... ay tigre, tuvo k llegar Laly para k t dejaras atrapar ;-) BZS KaReLI
23-08-2003 posee una gracia para describir la infancia, las anécdotas y sus aventuras en vías de crecimiento, que me hace vivir poco a poco su experiencia. A veces son textos que se contradicen en la inocencia y la picardía, pero que se van articulando en esta gran obra, que es su vida. Bien como cada una de sus historias, perdón relatos. No le pongo estrellas, que a usted no le interesan. Mis saludos. CaroStar
21-08-2003 Muy buena te felicito. gatelgto
21-08-2003 Me ha gustado mucho tu narración ,la estaba viendo,la has explicado inmensamente bien,cómo viéndolo en una película.Enhorabuena y un fuerte abrazo. airedevalencia
21-08-2003 yo se que esto será un libro muy relevante para nuestra idiosincracia. Bravo Tigrón. Grrrrr Gabrielly
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