Eran las doce de la noche de un día muy normal. No había nada especial, solo cansancio y mucho sueño... cuando... ¡Mi habitación se iluminó con su presencia al despertarme saltando sobre mí cama!. La luz de la lámpara resplandecía sobre su blanco pelo ¡Nunca había imaginado que vería a un unicornio tan hermoso! ¡Todo fue tan rápido! ¡Me sentí el ser más privilegiado del Universo! ¡Había sido seleccionada por el destino para mirar de frente al mitológico animal en mi realidad cotidiana!... Las doce de la noche, la hora cuando todo puede suceder...
¿Quién soy yo para haber sido elegida por los dioses para establecer contacto físico con él? ¿Cuántas de mis cualidades habían sido de suficientes méritos como para que tal ser me visitara?... ¡Me creí única en el mundo! ¡Y seleccionada para una gran misión! ¿Sería para salvar a La Humanidad del descreimiento?
La galopante esquizofrenia megalómana me decía que mis dotes especiales ¿cuáles? Me habían elegido para recibir el mensaje del Unicornio... Se me fue acercando lentamente... bajó la cabeza, colocó su dorado cuerno en mi pecho y su cara sobre la mía lambeteó mi frente ¿lambeteó? ¡Sí! Mi blanco perro Peluche había logrado subir a mi cama a jugarle esa mala pasada a mi imaginación...
Quité el hueso de mi pecho, me levanté, le di un abrazo y lo bajé de la cama...
¡Ese día dejé de creer en pajaritos preñados!


25/04/2005