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V I A J E F I N A L



¿En qué momento decidió Lucía viajar en ese ómnibus destartalado?

Mientras trata de acomodarse en la butaca dura que, rota de tanto usarse, no se reclina, maldice por lo bajo a los choferes que, casi a paso de hombre, guían el vehículo cargado de viajeros de cualquier pelaje, cuesta abajo por la ruta de Tafi hacia las Salinas.
En su chaqueta y en el cinto lleva cosidas, bien cosidas, las bolsas con monedas, anillos, caravanas y medallones de oro y piedras preciosas que ella considera, por derecho, suyos.

¡Era su derecho, por supuesto, heredar todo aquello! Para eso ella ayudó a su hermana, durante años, en ese pueblo perdido de San Carlos, a cuidar casa y viñedos, acompañándola y viendo cómo el dinero crecía ante sus ojos codiciosos. Algún día pensaba, todo esto será mío.
Para eso estuvo años, aburrida, en ese lugar árido, dejando ¿belleza? y juventud, porque allá no iban de visita ni los perros.

San Carlos,pueblo de plaza y cuatro calles. Poca gente de mirar huidizo y actitud servil, aunque su hermana dijese lo contrario. Pueblucho con sólo un ómnibus, que subía a la mañana para los pueblos del alto y bajaba a la tarde para Cafayate, cuando ya no había ganas de nada.

Claro que gracias a esa soledad y al poco contacto con los vecinos, ella pudo dejar que la “Doña”, (así llamaban los empleados a su hermana) muriera casi sin ser cuidada.¡Ese dispensario de porquería! Decían que tenía un resfrío y en realidad…

En Amaicha sube alguien que va delante con los choferes, apenas se ve la figura, pero parece una mujer bien vestida. -¡Qué idea ir con esa chusma!- piensa Lucía.
Sacude la cabeza y vuelve a maldecir. Llegó a Cafayate y esperó el micro que se dirige aTucumán,.

En el apuro toma este desastre que va a Córdoba, por un tortuoso camino que pasa por Catamarca y cruza las Salinas. Pero no importa, con dinero todo se arregla, llegando a destino tomará el mejor que encuentre.
Trata de dormir, la gente alrededor la ignora. ¡Si supieran que ella tiene el poder que da el dinero, la casa, las viñas y tantas otras cosas que va a encontrar al llegar a Baires!
Porque ella, cuando su hermana boqueaba, consumida, logró que firmara el testamento que lleva bien seguro, para mostrar al abogadito que siempre la miró con desdén. ¡Ahora tendrá que agacharse ante su mirada!
Dormita otro poco, el brillo de la luna sobre el paisaje la alerta, están en las salinas.
“Coche de m…”.No alcanza a completar el pensamiento cuando éste cruje y se sacude, tose el motor con una tos que a ella se le antoja que es la de la Doña y se para en medio de los cristales blancos.
Casi nadie se mueve de los asientos, no advierten la parada. Ella, de pronto, se ve afuera sobre la dura superficie cristalizada. El ómnibus vuelve a moverse, Lucía corre y grita, tropezando sobre los diamantes de sal, cree ver a la pasajera de Amaicha que la mira desde el asiento que ella ocupaba. Es una calavera conocida, demasiado conocida, porque lleva las caravanas de oro, que ella está segura tiene en su bolso, mientras las manos de huesos blancos, fosforescentes, le dicen adiós con los dedos cuajados de piedras preciosas.
Lucía, presa de terror, grita. Grita a la nada, mientras la luna sigue su ruta, haciendo brillar aún más, la sal que de a poco, inexorablemente, cubre a la mujer que ha caído mirando el cielo.


Texto agregado el 24-04-2005, y leído por 190 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-11-2005 muy bueno, me gusto sicosisne
24-04-2005 La ambición no conduce a nada bueno. y las sorpesas se dan bajo la luna y en un camion destartalado... un abrazo y un beso rubén sendero
24-04-2005 está bueno... felicitaciones! giannixo
 
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